AMIGOS

25 noviembre, 2006

EPÍLOGO a "UN AMIGO COMO AQUEL"


http://es.youtube.com/watch?v=23iGLfIEzoc


Cuando regresamos a Madrid, pasados quince años, quise enfrentar ese dolor enquistado.Decidí visitar a Carmen su querida madre. Y hablando con ella, pude comprobar como su pena se aliviaba a medida que me relataba los últimos días del hijo.








Reanudó la vida con sus padres y poco a poco parecía que su destino tomaba mejores derroteros. Se transformó en su inseparable acompañante. Con ella recuperó la Misa e incluso, unos días antes del trágico accidente, accediendo a la súplica materna se hincó de rodillas ante un confesionario y recibió la abandonada Comunión. ¿Presagio?.





Su coche recién comprado, que la imaginación y el recuerdo de las noches en nuestro balcón pintán de rojo, terminó sus días y los de mi amigo contra un enorme camión. Sin que nadie pudiera discernir culpabilidades.


Incapaz soy de transcribir la emoción y el sobresalto que me ocasionaron aquellas palabras de Carmen. Desvelaron para mí el final de una auténtica amistad. Pensé y continuo pensando en esa misericordia de un Padre que sale al encuentro de sus hijos alejados, para atraerlos a su lado antes de la última partida. Y continué rezando el Avemaría, pactada entre los dos. durante muchos años más. No recuerdo cuando la abandoné. Quizás, cuando empecé a sentir la necesidad de que fuese él quien rezara por mí.


Muchas hojas de calendario y de árboles a mi alrededor, desde que ocurrieron estos hechos y sin embargo, aun me entretengo en imaginar que, apoyado en una barandilla celestial, Julio sigue manteniendo conmigo esa amistad que nunca debió quebrarse. Continua siendo mi amigo, el primero que tuve y al que hoy relataría historias bien dispares a las de aquella inocente colegiala. De todas formas, ¡necia de mí! que, totalmente ensimismada en mis primeras experiencias amorosas, no supe comprender que lo que comenzó como una verdadera amistad con aquellas confidencias nocturnas se transformaría, sin yo quererlo, en algo que trastornaría su vida, ocasionándole un dolor que con toda mi alma hubiese deseado evitarle.





Y de qué manera necesitaría ahora un balcón a la calle O'Donnell desierta, en una noche llena de estrellas y un amigo cómo aquel que me devolviera la identidad de mis quince años.

24 noviembre, 2006

UN AMIGO COMO AQUEL --- II


El balcón de la amistad
poco antes de ser dinamitado


El balcón del Director quedaba separado del nuestro por una simple barandilla . Cada noche yo, que venía de aquel interior de Jorge Juan sin horizonte alguno, me dejaba seducir por ese gran misterio del silencio nocturno que palpitaba en la calle O`Donnell, años cincuenta, por donde no circulaban coches y sí rutilantes estrellas. A poco de iniciar aquella costumbre, Julio, el que sería mi gran amigo, comenzó también a salir al balcón y, apoyados en tan frágil soporte ferroso, fuimos fraguando una amistad sincera. Amistad que por mi parte nunca hubiera roto.
Largas y del todo desiguales eran nuestras conversaciones. Mientras yo sólo podía contarle nimiedades de colegiala: compañeras, monjas, malas notas... , él, mayor en experiecia y años, me relataba sus aventuras amorosas. Siendo más bien feo y más bien bajo, estaba dotado de una simpatía y alegría contagiosas que le beneficiaban, de manera patente, con las chicas (hoy léxicamente igual a tías). Sus andanzas no dejaban de escandalizarme pero al mismo tiempo, impaciente aguardaba sus confidencias. Con el afán de convertirle un día, trascendental en nuestra relación de balcón a balcón, le propuse me acompañara el domingo a Misa. Ya no cumplía con ese precepto desde tiempo atrás y fue su respuesta, retardada y sincera:
_. Cómo lo siento, precisamente este fin de semana voy a la sierra con esa medio novia de la que te he hablado. Y creo lo pasaré a lo grande.
Mi reacción airada: _. ¿Sabes lo que te digo?, voy a rezar para que se te estropee tan grandioso plan,
LLegó el domingo y con él la grata sorpresa de encontrarle en la iglesia muy sonriente. ._¿Qué haces aquí?. Y su respuesta arrancó de mí una silenciosa carcajada: _Se nota que cumpliste tu promesa de rezar. Nada más llegar a la sierra mi acompañante resbaló, se rompió una pierna y tuvimos que regresar inmediatamente a Madrid.
Pasado el tiempo, calculo unos dos años, decidió prepararse para militar en un internado. Nuestra despedida fue una promesa mutua: rezaríamos cada noche un Avemería uno por el otro. Por mi parte lo cumplí mucho más allá de su trágica muerte.
Coincidiendo con la ausencia de mi amigo Julio, conocí al segundo Julio de mi vida que de inmediato pasó a convertirse en el primero. Polo opuesto en todo al ausente, caí como cae el fruto rojo del guindo y las hojas amarillas del otoño. No volví al balcón, ni a encontrarme a solas con Julio. Hasta aquel día de Reyes y de mi primer "guateque", recien cumplidos los diecisiete.
Por el Paseo de Ronda de los altos árboles que desapareció, como la mayoría de los lugares queridos de mi adolescencia, para transformarse en el Doctor Esquerdo de las sirenas, atascos y topetazos,caminaba con mis hermanos y el grupo de amigos cuando Julio,que disfrutaba de sus vacaciones navideñas, me apartó ligeramente del resto para contarme lo que había sido su vida durante los meses que llevábamos sin vernos: esfuerzos de superación personal, ilusiones y proyectos de futuro comenzaban a ser una meta para él que nunca tuvo otra preocupación que la de un atolondrado presente. Sus ojos brillaban y yo me sentía feliz de participar en el gran cambio de mi amigo. Sin embargo, el cariz que fueron tomando sus palabras sembró en mí una inquietud creciente.
._¿Te das cuenta?, ya voy a tener algo que ofrecer a la que sea mi mujer. En ese instante, por su entonación y su mirada,intuí lo que vendría después. Mi corazón destrozado, no tanto como el suyo cuando concluyó confesando que todo aquello lo estaba haciendo sólo por mí. Enamorada ya de otro Julio, ¡qué dolorosa mi respuesta!, para él y para mí. LLoraba con el rostro enrojecido. Para suavizar la situación formulé una estúpida pregunta: ._ ¿Por qué no me lo dijiste antes?. Truncada su voz, escuché una agria respuesta: ¿Cómo podía yo, con lo desastre que era, decir a Goyo que quería salir con su hija?. Qué pena sentí y que pena siento al recordarlo. Julio tenía una gran capacidad de reacción y, mientras recomponía su desencajado rostro y sus lágrimas retornaban al lagrimal, comprendí que no tardaría en torcer su rumbo. Nada más llegar al lugar donde se celebraría el "guateque", fueron confirmados mis temores. Se emparejó con la más liberal de mis amigas dándose, como decíamos, "el lote" con ella sin el menor recato.
Abandonó sus estudios y no tardó en emigrar a Londres. Trabajó y se casó con una inglesa. Tuvieron un hijo pero Julio bebía en exceso y no tardaron en divorciarse. A penas tuve noticias suyas. Yo inicié mi vida de casada en otra ciudad. Nuestras familias se distanciaron en amistad y domicilio. Por amigos comunes pude enterarme de algunos sucesos de aquellos vecinos que tanto signuficaron para nosotros, al menos para mí ,y a los que quise de verdad con ingenuidad quinceañera. Con suma tristeza conocí, a destiempo y en la lejanía de nuestro destino gaditano que Julio, mi amigo, había muerto tragicamente en accidente de automóvil.

19 noviembre, 2006

Paloma

Paloma a la derecha


Hay personas que pasan por la vida como de puntillas, sin hacer ruido pero que dejan un poso imposible de obviar. He conocido personalmente a algunas y la más reciente a penas hace un mes que nos dejó. Las heridas que su marcha ha abierto en quienes la conocimos están aún
demasiado sangrantes para hablar de ellas, por eso sólo quiero esbozar un recuerdo de esta amiga, que lo era de todo el que tenía algún trato con ella, por mínimo que fuera. Nadie pasaba a su lado sin llevarse algo de Paloma, quizás por eso, su vida se gastó tan pronto. Treinta y siete años de entrega a los demás, de sinceridad consigo misma y con todos, de decir lo que ella sentía que tenía que decir a cada uno, sin paliativos pero a la vez sin agravios, son suficientes para en este mundo, de hipocresias e intereses personales, zanjar padecimientos y comenzar una nueva Vida.
La muerte no acaba con el amor y lo derramó tan a raudales mientra estuvo con nosotros que justo es, ese mismo amor revierta ahora en ella. La realidad no deja de ser cruda, se ha ido por una enfermedad cruel que galopa más aprisa en un cuerpo joven, mas su presencia se percibe, de manera palpable, en este aire de utoño que ventea los días madrileños y en las gotas sonoras y pesadas que cayeron sin tregua el día que la dijimos adiós.
Lo dio todo con una sonrisa y poco supimos de sus sufrimientos porque nunca quiso dejar caer esa carga sobre otros hombros que no fueran los suyos. Aun así pensamos que fue feliz, porque la felicidad es tanto una elección del intelecto, como un acto de la voluntad. La felicidad no está sujeta, como normalmente se piensa, a agentes externos (esto tengo, esto me dan o esto me hacen los demás) sino que es el resultado de una aceptación interna, que no resignación. Querer ser feliz

No podemos saber que sensaciones revoloteaban por la cabeza de Paloma cuando, al hacer los preparativos para su último imgreso en la clínica, dijo a su madre como una salida más de las suyas: "Parece que estemos preparando todo para el Cielo". Estas palabras tienen un gran valor tetimonial porque fueron pronunciadas por una persona que nunca alardeó de religiosidad.Tu ausencia, Paloma, siempre será presencia para nosotros

16 noviembre, 2006

Fotos en Noray-----Agosto 2006



Raquel, Julio hijo, Ines y Julio padre





Sara,mi nuera Ines,Esther,su marido Gonzalo y Tamara
UN 5 DE AGOSTO RELAJANTE


JUEGOS EN EL AGUA

NIETO INGLÉS DEL ATLETI

11 noviembre, 2006

UN AMIGO COMO AQUEL - I

La Familia en O`Donnell

La bici de Ana----
El mejor amigo que he tenido también se llamaba Julio. Debía andar yo por los quince años cuando le conocí.
Por entonces abandonamos nuestra pequeña casa de la calle Jorge Juan, que se transformaría en la prestigiosa academia de mi padre. Por la Universidad Central no tardaría en circular un trucado refrán. "El muerto al hollo y el vivo al Goyo". Goyo era mi padre y el hollo los suspensos que repartía Castañeda en Teoría Económica. La nueva vivienda, luminosa y espaciosa, estaba situada en O^Donnell 52. En ese lugar comenzó para nosotros una nueva existencia, a pesar de las lágrimas de mi madre por aquellas cuatro paredes que fueron su hogar, desde que finalizó la contienda del 36. Nuestros juegos dejaron la plena calle, donde jugábamos los niños de la posguerra; unos con otros ajenos al rencor y las tristezas. Un hermoso patio nos aguardaba con árboles, arbustos y lilas, muchas lilas cuyo aroma en primavera, por las ventanas abiertas de la casa todo lo invadía. Contra uno de aquellos árboles, situado al centro, finalizó para mí el aprendizaje del pedaleo bajo la batuta del primogénito de la familia. Debió de ser éste el único proyecto no conseguido por mi hermano a lo largo de su exitosa vida. La bicicleta era aquella que mi hermana menor obtuvo al módico precio de sentarse cada mañana al borde de la bañera, mientras mi padre se afeitaba: "Quiero una bici, quiero una bici"
La causa de esta mudanza fue el nombramiento de mi padre como Interventor del Instituto de Puericultura e Inclusa de Madrid. Con el cargo le fue otorgada la vivienda. El edificio hoy dinamitado, bien porque ya no se abandonan niños en la Inclusa ( se dejan sin más en cualquier parte o lo que es más triste y cruel se abortan) o bien por ese afan incontenible que seduce a los alcaldes de remozar nuestra localidad, constaba de tres plantas. En la tercera habitaban los dos capellanes del Centro. Y en la segunda, las Hermanas de la caridad o Hijas de San Vicente Paul ( recientemente galardonadas con el premio Príncipe de Asturias) se dedicaban a enseñar canto, solfeo y piano a aquellas alumnas mejor dotadas para este arte. En el segundo piso, en la puerta junto a la nuestra, vivía el Director con su entrañable familia. Su mujer Carmen, afable y cariñosa nos presentó a sus tres hijos varones y enseguida congeniamos con ellos: Luis, altísimo, rubísimo y guapísimo. Julio alegre, simpático y juerguista por naturaleza y el más pequeño, Ignacio, parecido al mayor pero no tan´"ísimo".
Comencé, por entonces, a experimentar aquello de :"Me gusta un chico". Hoy las expresiones al respecto, son bastante más crudas y ajustadas a la realidad. Cuando me cruzaba con él por las escaleras o en la puerta de casa, ¡qué desconocida forma de latir mi corazón!. Desgraciadamente para mí, Luis, tenía novia formal con la que contraería matrimonio varios años antes que yo. Pero ¡cómo le sentaba el uniforme de la Milicia Universitaria!. Con esa visión me conformaba. Me enseñó el himno de la Academia de Infanteria. Mi preferida, como no, de las marchas militares: "De ardor guerrero, vibren nuestras voces. Y de amor patrio, henchido el corazón..." . No estoy segura si el ardor que sentía era propiamente guerrero. Algunas veces, cuando me encontraba en el portal, colocaba sobre mi cabeza su gorra y decía: "A sus órdenes, mi sargenta". Estaba claro que para él yo sólo era una cría.
¡Maravillosos quince años!. Rondaban mi cabeza problemas vocacionales y, a pesar de los amigos de mis hermanos, los chicos me traían sin cuidado. Por eso Luis fue una auténtica revolución interior. Y llegado este momento quiero hacer una revelación trascendental: gustar, lo que se dice gustar, unicamente tres en mi vida, Luis, Julio II que sería mi marido y un compañero de carrera de nombre Fernando, moreno, canario alto, guapo y siempre riente. Una amiga y compañera se encargó de auyentarle con una frase tan anodina como la sigiente: "No la llames que tiene novio formal". Quizás escriba de él algun día aunque su historia fue mínima.
CONTINUARÁ...

03 noviembre, 2006

INTERVALO


ANOCHECER EN NORAY






Las vacaciones y algunos problemas técnicos han impedido mi comunicación contigo, Noray.

¡Vacaciones!, eso dicen, aunque sea la época más trabajada para las que, a los ojos de la sociedad, no trabajamos. Y lo digo sin acritud. Borra, borra… Estas palabras me recuerdan a aquel que las hizo famosas. ¿Memorizas?. Claro que él no pronunciaba la d final. Atributo éste privativo de los que en la actualidad pertenecen a ese engendro político, conocido como Realidad Nacional. Para más datos, precursor del que se define como el del Talante.
Mis días de verano siempre se desarrollan en el mismo lugar, en la casa de campo que también bauticé con este nombre: Noray. Allí, entre los montes de Guadalajara, acuden amorosamente, como a la madriguera, los hijos desperdigados por los fríos del invierno. Hijos con hijos, claro. Para cualquier madre de familia numerosa, volver a sentir la casa llena supone una renovación; juventud y dicha nuevas. Pero sólo los pájaros y yo somos dueños absolutos de las amanecidas, que escribo en femenino por aquello de los grandes y aparentes logros de este siglo.
Un propósito escondí este año en las maletas, no en las de la ropa sino en la de los libros. , la firme decisión de expugnar (cómo decía mi madre, cuando con la interna de turno, empleaban sus horas seleccionando las legumbres de la posguerra. Es una imagen que enlazo siempre con mi primera infancia) entre algunos de los recortes de periódicos coleccionados; de manera personal que no guarda relación alguna con los más destacados o representativos de la vida nacional ni internacional. Pero son los míos y, con todo respeto a los derechos de autor, más de mi propiedad que la mente o la mano que los transcribió al papel.
Cuando las golondrinas, que este año decidieron establecer su nido entre las persianas de bambú que sombrean el porche, dejaron su impronta blanquecina sobre los papeles que la noche anterior abandoné en la mesa de los desayunos, descubrí que ellas caprichosamente habían elegido por mí.
¡Y qué acierto!. Miguel de Unamuno, pensador y creador de vidas intensas y controvertidas; de esas que se empeñan en una lucha incesante contra el peor enemigo que puede tenerse: uno mismo. En el artículo a que me refiero, publicado en el suplemento Alfa y Omega (17-7-2003) encontré una imagen del escritor que, vergonzosamente, confieso desconocía.
Su título: País, paisaje y paisanaje. Extraído del periódico AHORA, ( 22 de Agosto de 1933). Posteriormente pasaría a formar parte de su libro: PAISAJES DEL ALMA.

…..Soy español, español de nacimiento. De educación, de cuerpo, de espíritu, de lengua y hasta de profesión y oficio…
¡Fantástica definición para tan eminente e incomprendido vasco!.


Esa mano tendida al mar poniente que es la tierra de España… Y sobre ella, sobre esa mano, la palma azul de la mano de Dios, el cielo natural…Y esa mano ¿pide u ofrece?...

…Les conozco a esos pobres diablos…Querían convencerse de que eran una especie de arios, de una raza superior y aristocrática. Conozco a más de uno que, en su falta de conocimiento de la lengua diferencial del país nativo, estropeaba adrede la lengua integral del país histórico, de esa patria común que nos sustenta entre Mediterráneo, Atlántico y Cantábrico, a todos los españoles….

Y luego decir que se les oprime, que se les desprecia, que se les veja. Y falsificar la historia y calumniar. Y dar gritos los que no pueden dar palabras…
Lo que no pudo saber Unamuno en el año 33, es como esos mismos seguirían enredando y matando hasta conseguir que un gobierno, de esa España que el amaba con pasión, les tendiera una mano llena de concesiones, privilegios y desprecio a sus propias víctimas.

…¿A dónde ha venido a parar la contemplación de la mano de tierra que es España!.. Mano que cogió a América y lengua que le habló en su lengua. Y, desde ambos, otra mano le enseñó su misión, su historia. Por encima de regimenes.

No me importa reconocerlo ese día de verano, cuando las golondrinas, antes de emigrar, marcaron este artículo entre muchos de mi colección, lloré en solitario y en abundancia por esta España que, como Unamuno, siento es mi profesión y oficio.
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