AMIGOS

25 noviembre, 2007

PASO DE ECUADOR I






!!CASTAÑEDA!!---------------------
Fuentes Quintana y Juan Velarde (dos de mis profesores a ambos lados de Montoro)



Una vez adquirida la madurez universitaria cualquier alumno, matriculado en tercer curso, era apto para celebrar el Paso de Ecuador. Y ¿qué requisitos se requerían para ostentar dicha madurez?. No, necesariamente, la mitad de la carrera debía estar aprobada pero sí una medida, formulada a nivel de intelecto individual, se consideraba como necesaria y suficiente. Y esa medida no podía ser otra que haber pasado por la criba de ¡Castañeda!. Confieso que en esta apreciación yo jugaba con ventaja, dado que, desde que puse mis pies y mi cabeza en la Universidad, conocía de antemano esa dura confrontación por la que tenía que pasar de manera inevitable. No en vano, en la familia, vivíamos con intensidad la trayectoria de la mayoría de los alumnos particulares de mi padre, con sus anécdotas fantásticas, sus cruentos aprobados y su repetitivas calabazas. Si mal no recuerdo, pocos fueron los que aprobaron dicha asignatura a la primera. Quizá, el que luego sería gobernador del Banco de España,Luis Alfonso Rojo (alumno paterno) porque Ramón Tamames (Iden de iden) catedrático de Estructura Económica, no tuvo esa suerte. No recuerdo si Isidoro Alvarez (dueño del Corte Inglés por decisión de su tío, Ramón Areces quién delegó en mi padre su formación económica, recién arribado a Madrid ) pudo pasar ese Rubicón con igual diligencia.



Llegados a este punto, creo que debo dar a conocer algunas de las características de D. José Castañeda. Catedrático de Teoría Económica de segundo.



Castañeda, en su día, quiso captar a mi padre como ayudante de cátedra. Honor que no pudo aceptar por verse obligado a abandonar sus clases particulares. Lo que hubiera supuesto un gran perjuicio crematístico para la familia. En ellas invertía todas las tardes con tres o cuatro grupos muy numerosos, llegando al extremo de que para incorporarse a ellas se precisaba recomendación de amigos, e incluso en algunos casos, de personalidades destacadas de la vida pública. Y no porque mi padre tuviera prejuicios o persiguiera prebendas, sino por la falta de capacidad física de la academia. Lo que no era óbice para integrar en ella, gratuitamente, a militares, sacerdotes y religiosos. Siendo varios los Jesuitas que pasaron por allí y que más adelante instituyeron la carrera de Ciencias Económicas en la Universidad de Deusto. Por entonces nos encontrábamos los seis hermanos cursando estudios en colegios religiosos y en edad de crecimiento, con sus exigencias correspondientes. Aquella renuncia de mi padre fue una gran decepción para D. José que, a mi juicio, nunca perdonó. Reafirmo esta opinión por su desmedida afición a descalificar con dureza, durante las clases y exámenes orales, a esa especie de lacra que, para él, eran los profesores particulares. A este respecto, conservo también un recorte del diario el País (07/06/1983) en el que J. Estefanía le entrevista. Al preguntarle por la valía intelectual de algunos economistas de la época, cita a Fuentes Quintana (ministro de Economía y Hacienda, en la transición), Juan Velarde, Jose luís Sampedro y Marto Ballesteros. Como entre ellos no menciona a "Goyo", el periodista pregunta:



_ "¿Cuales son los otros alumnos que quiere destacar? ¿No se tratará uno de ellos del popular Goyo, que explicaba su asignatura en una academia de la calle de Jorge Juan, por la que pasaron centenares de estudiantes?.


_No, Goyo era muy trabajador y dio muchas clases, pero yo me refiero a un italiano, Luciano Pistolessi, que hizo unos apuntes excelentes de mis explicaciones... . Ballesteros y Pistolessi han sido los mejores; españoles no quiero decir, el mismo Goyo, Fuentes Quintana era el primero, no voy a decir...


Lo que Castañeda ignoraba era que mi padre, ayudó a Fuentes (de la primera promoción y mi padre de la segunda) a superar la Teoría Económica. Siendo mi padre matrícula de Honor de dicha asignatura y primer premio extraordinario de fin de Carrera.


CARACTERÍSTICAS DE D. jOSÉ CASTAÑEDA:


_Gran inteligencia

_ Licenciado en Derecho.


_Ingeniero Industrial.


_Sabedor de toda la Teoría Económica conocida, en aquellos años, en España y Extranjero.

_Sus clases precisas y claras-

_Personalidad francamente insoportable

_ Tenía a gala suspender a mansalva.

_Exigente, antipático y por supuesto machista.




Se decía de él que en la Guerra Civil (1936) , había ejercido de comisario político en el bando republicano, o mejor dicho comunista. Sin embargo Franco, valorando sus capacidades, no debió creer conveniente su depuración. Algo que la mayoría de sus alumnos lamentaba profundamente.

Consiguió la cátedra por concurso- oposición y pudo dar sus clases con toda libertad. A decir verdad, nunca politizó en ellas, como sí era frecuente entre algunos profesores. En esta cuestión siempre destacó Jose Luis Sanpedro, catedrático de Estructura Económica. Hoy académico de la Lengua, insigne escritor y famoso por sus descaros. Sus enseñanzas eran todo un tratado comunista contra el régimen imperante. ¿Falta de libertad en los llamados cuarenta años de dictadura?. El aprendizaje de la asignatura se salvaba gracias a la frecuencia con que delegaba en su ayudante, Juan Velarde, (Juanito para mi padre, con el que aprobé Estructura Económica I y II). Este profesor por el contrario, nunca mostraba su partidismo en uno u otro sentido. Alguna vez, fallecido Franco, asistí a conferencias suyas y me sorprendió su derechismo y su reconocimiento de las altas cotas, industriales y económicas, conseguidas por España a lo largo de esos cuarenta años.



El aula de Teoría Económica de segundo aparecía cada día enormemente poblada de alumnos (la inmensa mayoría repetidores). Hecho éste que contrastaba con las ausencias contabilizadas cuando Castañeda pasaba lista para sacar a la pizarra. Todos ausentes. Cuando yo llegaba a la academia de mi padre, su primera pregunta era:


_¿Ha pasado lista Castañeda?.


Con esa impunidad siempre descubría mis escapadas; si respondía sí, era que no y viceversa. Y yo avergonzada por sus rapapolvos delante de los alumnos, que con anterioridad le habían informado de tan simple detalle. Pero mi padre no era rencoroso y cada tarde terminábamos la clase, junto con algún alumno que se nos unía, en "La Maja de Goya", taberna de la calle Narvaez, adornada con unos grandes toneles que nunca supe si llenos o vacíos. Aun hoy en mi paladar aquellos sabores de sepia a la plancha o deliciosa langosta que el dueño reservaba con predilección para sus más fieles clientes. He de volver un día de estos para ver qué otro banco o comercio ocupa hoy lo que fue lugar tan castizo y sabroso.
No he podido por menos de entretenerme con este inciso, asaltador de mi relato, para dejar testimonio del placer compensatorio que aquellas clases conllevaban. Lo siento, he de retornar a la aridez de hacer entender el clima y suspense con que semejante catedrático revestía la enseñanza de la Micro economía.


De cuando en cuando, alguna atrevida alumna osaba darse a conocer ante la pizarra. Bien preparada se suponía para llevar acabo tamaña audacia. Inútil, al menor síntoma de titubeo, de manera invariable, resonaba en el aula su exabrupto preferido:



_"Con razón digo yo que la mujer donde mejor está es en la cocina".



De nada servía el murmullo reprobador y colectivo. Por parte de algunos igualmente reprobador, a pesar de que en sus adentros aprobaban la aseveración CASTAÑERIL En este instante me pregunto si la manida frase: "Tiene castañas" será un acerbo derivado de tal apellido. En la siguiente ocasión si alguna falda (el pantalón no se había implantado aun como prenda femenina de uso diario. Y las alumnas, por otro lado ya no teníamos que recurrir a él, como cuando Concepción Arenal se vio obligada a disfrazarse de hombre para poder acudir a la Universidad en tierras gallegas. ¡Qué gran mujer!. Otro día contaré algo de su historia tan desconocida o ignorada por las feministas de este país)), pasase lo que pasase, la susodicha aguerrida, se colocaba delante suya sin aparente temor a reproche alguno. El rebuscaba, entre su infinita colección de pegas, para encontrar la más enrevesada y tener ocasión de lanzar la acuñada frasecita. Una y otra vez: "en la cocina"; no podía modificarla: en la casa o en la cama... ,no, siempre en la cocina. Sin duda su mujer debía destacar en dicho elemento doméstico, por defecto o por exceso.



Sinceramente confieso que no nos daba por lo trágico, ni por lo feminista. El propio catedrático nos servía en bandeja la revancha al comprobar como también los alumnos varones, no tardaban en cargar con sus desplantes: "Inmediatamente a su sitio", gritaba al que, en un gesto nervioso, tenía la osadía de introducír su mano en el bolsillo; ya no se molestaba en indagar si el desdichado había preparado el tema o no. O cuando otro ingenuo, para demostrar que había entendido con perfección su explicación respondía:


_"De acuerdo".


La voz del catedrático , alzada a decibelios incontrolados, retumbaba en el aula:


_"¿Cuando podremos estar de acuerdo usted y yo?". Como si quisiera decir: !Todavía hay clases!


Con tales antecedentes no era de extrañar, estando el aula en plenitud real de alumnado, la ausencia casi total ante la aventura de la pizarra.


Sin embargo, al releer hoy esta entrevista de J. Estefanía Moreira, he descubierto que aquella dureza implacable de D. José Castañeda, tenía un objetivo premeditado. Objetivo que se revela cuando el entrevistador, también antiguo alumno suyo, le asevera:


_"El profesor Castañeda ha sido considerado en la leyenda de los cuarenta años de facultad como el más duro. Todos sus alumnos debimos sufrir mucho para aprobarle".


Respuesta del duro profesor:


_"Es cierto. era durísimo, pero es que tenía ilusión por la facultad. No había otra en España. Haciendo trabajar se conseguía una buena formación. La prueba es que, según ha reconocido la gente, hasta en la forma de hablar o de escribir en la Prensa se ha impregnado un cierto lenguaje que fue enseñado en la facultad. Yo he apretado mucho pero el nivel de los alumnos que llegaban a la facultad era muy bajo. No sólo por el contenido sino por el sentido de la orientación."





Así ¿que era por el lenguaje y la orientación?. Menos mal que D. José ya descansa en paz y no puede contemplar los nuevos niveles del alumnado español. También ellos descansaran en paz, seguro.



Yo pasé por aquella criba oral dos veces. Pero ya la primera, a pesar del resultado, sentí sobre mis hombros el espaldarazo con el que se adquiere esa madurez universitaria que te marca para el resto de tu vida.


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El color naranja fue elegido por sus fundadores para la facultad de Económicas, por lo que escribo con él las líneas anteriores. Doy por supuesto que en eso no habrá habido variaciones.

12 junio, 2007

CHIKI-------FINAL

http://es.youtube.com/watch?v=-r9mML4uBDE

Chiki siempre se sentaba a mi lado,continuamente de broma, todo le hacía gracia y con él era imposible no reír. Sobre todo en las clases de Matemáticas con aquel profesor de apariencia insignificante y voz tan baja que a penas se le escuchaba. Una mañana alguien gritó desde lo alto: "Que venga el catedrático a ver si nos enteramos de algo". El profesor se volvió de la pizarra y sin el menor gesto de ira contestó: "El catedrático soy yo". La clase enmudeció. Resultó ser Don Sixto Rios, la mayor eminencia en la ciencia matemática del momento, con fama universal.

Entre clase y clase, salíamos a la calle de San Bernardo (nunca pude entender porqué se cantaba aquello: "La calle ancha de San Bernardo tiene una fuente con siete caños...": ni la calle era ancha, ni descubrí fuente alguna cuando la busqué. En una pastelería cercana animábamos al estomago con algún pastel o bollo. Recuerdo, y no sé porqué, como Marcelino, gallego él, siempre pedía una especie de rosquilla bañada con huevo caramelizado, de nombre: "Vergara". ¡Qué insustancial resulta a veces la memoria!. Lo más significativo era como, a medida que pasábamos de curso, nuestros gustos alimenticios viraban hacia los bares cercanos donde unos suculentos bocadillos de anchoas, a peseta la unidad, reponían nuestras fuerzas para volver a las clases.
Después de sufrir algunos exámenes parciales, en los que inconscientemente reíamos y jaleábamos las bromas en alto de los más osados, llegaron las vacaciones de Navidad y fue entonces cuando Chiki quiso dar un paso más allá del puro compañerismo. Allí estuvo Pilar para impedírlo de cuajo. Nunca sabré si para bien o para mal.

Julio seguía aun en la escuela Naval, sus vacaciones comenzaban más tarde, cuando Pilar me llamó muy cariñosa para decirme: "Fíjate me ha llamado Chiki para pedir tu teléfono porque quería invitarte a esquiar. Le dije que no se lo ocurriera que tenías novio formal". Mi reacción fue de enfado: "¿por qué se lo has dicho?". Su respuesta: "Pero bueno, ¿tú no tienes novio?". Y contesté: "Sí, pero me apetecía verle". La que se enfadó entonces fue ella: "No puedo entenderte, yo creí que lo de Julio iba en serio". Pilar y mis compañeras del "PREU", como sólo fuimos nueve, vivieron intensamente los prolegómenos del noviazgo de aquella que iba para monja. No era de extrañar, mi amiga pensaba que si te decidías por uno ya no podía gustarte nadie más. De ahí su empeño con Marcelino. He de reconocer que esa fue también mi creencia hasta que apareció el susodicho. Por eso me sorprendió que revolucionara mis parámetros hasta ese extremo . El no me llamó y dijo a Pilar: "Eso se avisa antes".
Transcurridas las vacaciones Julio volvió a la Escuela y yo a la Facultad, con algo menos de apetencia que al principio. Una mañana, que hasta hoy permanecía aletargada entre esos recovecos de la memoria que de improviso alguien o algo desempolva, al llegar a clase encontré bajando por la escalera, a Chiki con Chelo Zabala. Me pidieron les acompañara a una óptica cercana para recoger unas gafas. Sin que ninguno de los dos lo propusiéramos nos encontramos, el medio sentado en un mostrador y yo de pie frente a él, mirándonos sin decir palabra.Ignoro que clase de reactivo o carga eléctrica provocó aquella chispa. No sé los minutos que pasaron, a Chelo estaban atendiéndola, pero sigo reconociendo esa forma de mirar, imantados, sin interferencias. Por extraño que parezca una fuerza superior, ajena a nosotros, intervino en aquel instante de abstracción y la sonora carcajada de los dos, transformó en simple vidrio roto lo que pudo ser frágil cristal de Murano. Por una absurda asociación de ideas, cuando escucho a Los Secretos (a los que mi hija me ha adicionado):"En un vidrio mojado escribí tu nombre...", es una mirada lo que me perturba.

Nunca comentamos su llamada a Pilar. Dejó de sentarse a mi lado y terminaron sus bromas. Pero disfrutando la ausencia de un profesor, el grupo reunido en la galería,
apareció Chiki con su inseparable guitarra y, sin dejar de mirarme, comenzó con una ranchera:" Ella quiso quedarse cuando vio mi tristeza... pero ya estaba escrito que aquella tarde... perdiera su amor". Todos le coreaban, nadie conocía el tema y Pilar no estaba presente. Yo me entristecí y en lugar de quedarme quise desaparecer aunque no sabía el modo.
El curso siguiente pregunté a sus paisanos por él (eran muchos los canarios que estudiaban Económicas en Madrid. La de San Bernardo era la única facultad existente de la licenciatura. Instituida en España desde el 1944 o 45). Me enteré por ellos que no regresó del archipiélago.

P.D.: estos han sido mis recuerdos actuales sobre este episodio. Al leer lo escrito en mis viejos cuadernos, la única corrección que he de hacer es la de que Chiki también cursó el segundo año en nuestra facultad. Pero ya apenas hablábamos, casi siempre por mi culpa ya que hacía todo lo posible por no encontrarme con su mirada. Debió quedarse en su tierra a partir del tercer curso. No vuelvo a mencionarle ni siquiera en el Paso de Ecuador.

04 mayo, 2007

CHIKI------II

Escalera en la actualidad
MIS DOS "PROFE" DE MATEMÁTICAS

Incorporarme a Económicas supuso para mí un esfuerzo considerable, sobre todo intelectual ya que, a partir del cuarto curso de Bachillerato, abandoné las Matemáticas por las que nunca tuve predilección alguna.Sin embargo, Latín y Griego ¡qué atrayentes!.
Mi padre intentó suplir esa carencia con unas clases particulares que en principio, recibía de mi hermano Goyo pero que no tardaría en sustituir por Jose Antonio Ercilla, amigo y compañero de ingeniería de Minas.Más tarde, éste pasaría a ser de la familia al casarse con mi prima Sara (la mujer más guapa de Madrid, según un camarero de Hontanares). El cambio de profesor fue propiciado por los gritos y amenazas del primero ante mi supina ignorancia. Jose Antonio, ¡qué paciencia!.

Debo confesar que nunca me arrepentí de estudiar esa carrera. No sólo porque gracias a mi padre pude terminarla, sino porque centró mi cabeza. Siempre la tuve algo volátil y dada a elucubraciones. No quiero pensar lo que hubiera hecho de mí la pura Filosofía. Sin duda, es algo más a agradecer a mi padre. Siempre mi padre, prestándome su apoyo en todas las ocasiones y de esa manera tan suya que, casi, casi, los méritos parecían propios. Una sóla vez me defraudó en la vida. Cuando al fín obtuve el título universitario le pedí me proporcionara algun trabajo, como había hecho con mis hermanas, y su respuesta me dejó atónita:

_Tienes muchos hijos y no puedes trabajar fuera de casa.

¿A qué entonces tanto empeño en que terminara la carrera?. Tardé años en comprenderlo. Exactamente al comprobar el estado mental, sin menospreciar a nadie, de las mujeres que no tuvieron la suerte de un padre como el mío. Su intención fundamental era que sus hijas no nos privásemos de ese desarrollo intelectual, que habría de servirnos para encarar la vida con parámetros diferentes a los habituales en el mundo femenino de la época. Lo de menos era el ejercicio profesional. A este respecto, evoco las críticas de algunos de mis compañeros (ridícula minoría). Su opinión era la de que nos casaríamos y no produciríamos a la sociedad ni lo equivalente, en términos económicos, al coste de un puesto universitario. Cuando miro a mis hijos tengo la certeza moral de haber demostrado lo erróneo de dicha teoría.
Aquella mañana de Octubre, Pilar Dobao (la "empollona" del colegio), a cuyo padre le sucedía algo parecido al nuestro respecto a los estudios femeninos (tenía él la única academia de preparación al ingreso de Ingeniería de Telecomunicación; habiendo engendrado únicamente cuatro hijas de privilegiado cerebro) y yo, apoyándonos mutuamente, enfrentamos con timidez la imponente puerta del antiguo caserón de San Bernardo.A mí me pareció que chirriaba, del conocimiento y saber acumulados tras ella.Atravesar aquel umbral y abrirse para nosotras un horizonte amplio y despejado fue suficiente para descargar algunos prejuicios y reserva, en parte obra de las monjas y en parte de la época que vivíamos. Ascender la interminable escalera que daba paso a las aulas suponía un buen ejercicio de humildad, al comparar nuestros tímidos pasos con las huellas ilustres, de alumnos y catedráticos, que nos precedieron: Ortega y Gasset, Sánchez Albornoz, Ridruejo, Fraga, Royo Marín, Fuentes Quintana..., sin duda impregnadas en la madera crujiente de escalones y aulas.

Generalmente las chicas, que éramos diez o doce redondeando al alza mientras los chicos parecían miriadas, solíamos instalarnos todas juntas en las dos primeras filas de los bancos corridos. A medida que perdíamos el miedo, ascendíamos escalones y no teníamos reparo en desperdigarnos entre los chicos Por si no fuera suficiente esta falta absoluta de paridad, existía la costumbre de que los veteranos pasaran revista a la cantidad y calidad del alumnado femenino, asomando sus impúdicas miradas por las puertas del aula. No tardamos en formar pandilla, de la que recuerdo vagamente algunos nombres: Maruja, Pilar, Mª Jesús...Gonzalo. Marcelino - gallego que trajo a Pilar por la calle de la amargura hasta que se casó con él- Chiki y alguno más.

03 marzo, 2007

CHIKI------I

El caserón de San Bernardo en la actualidad. Pero ya no es lugar del saber




La juventud de un ser humano
no se mide por los años
que tiene, sino por
la curiosidad que almacena
PANIKER


La historia de Chiki comenzó con mi entrada en la Universidad. Ya dije que fue corta, muy corta. Realmente mínima pero voy a dedicarla una mención porque sin haber llegado a nada pudo desbaratar un proyecto de vida.

Como no soy partidaria de falsas humildades no me importa reconocer que tuve muchos compañeros tras de mí. Ya se encargaba nuestro fiel bedel Justo de ponerme al día en este tema. Sin embargo y curiosamente, el único que me dejó huella fue el que se llamaba Fernando - no recuerdo su apellido - y al que todos apelábamos Chiki. Canario,alto, delgado, guapo y siempre alegre.

De las treinta alumnas de sexto curso de bachiller, del Real Colegio de Nuestra Señora de Loreto - O`Donnell 57 -, nueve cursamos el Preuniversitario (recién establecido en sustitución de Séptimo y Revalida). La única de Letras yo, con lo que disponía de un profesor de Latín y otro de Griego para mí sola. No era muy frecuente todavía que las mujeres estudiaran una carrera, A mis hermanas y a mí no nos quedó otro remedio ya que, como recuerda Mary Carmen, desde la cuna fuimos mentalizadas con la idea de que el final de los estudios culminaría con un título universitario. No había otra opción y ni siquiera lo preguntábamos. Mi inclinación apuntaba a Filosofía y Letras, lo más común junto con Farmacia entre las chicas. Pero mi padre con su buena cabeza dilucidó que, a causa de mi noviazgo, plantaría los estudios antes de tiempo y sólo con su ayuda podría terminarlos. Efectivamente su preclara razón una vez más dió en el clavo. Con media carrera aprobada contraje matrimonio y la otra media fuí rematándola entre hijo e hijo. Yendo él a San Fernando para explicarme algunas asignaturas y recomendándome eficazmente en otras. Tan eficaz que en una ocasión, estando embarazada de mi tercer hijo (Julito), debía examinarme de Derecho Fiscal en Barcelona. Trasladamos el expediente a esa facultad porque en Madrid tenía la cátedra Fuentes Quintana, gran amigo de mi padre pero que ya tuvo el gusto de aprobarme Hacienda Pública sin recomendación explícita,forzada únicamente por mi apellido. Fuentes (quién más adelante sería nombrado gobernador del Banco de España) era el segundo "hueso" de Económicas y a fin de no violentarle mi progenitor,en un rasgo de delicadeza, me matriculó en la facultad catalana para pasar el trago con un antiguo alumno suyo que ejercía por aquellas tierras. La noche anterior a mi desplazamiento una maligna diarrea me hizo temer por el embarazo por lo que no me decidí a emprender viaje alguno, con gran disgusto paterno. Dándose el caso que otra alumna de nombre parecido al mío pudo beneficiarse de la recomendación. Cuando el catedrático comunicó a mi padre la feliz noticia del aprobado, en mi casa de soltera se desencadenó una sonora tormenta.
Arrinconé el Derecho Fiscal hasta otro embarazo, el de mi hija Esther. Y con la inauguración de esta Facultad en Málaga conseguí aprobarlo. Celebramos la noticia con champán en San Fernando. Fue éste el final de mi carrera, lo mínimo que podía ofrecer a mi padre. Gracias a su empeño y su inasequible desaliento alcanzamos aquella meta, trazada por él desde mi más tierna infancia. Mi única aportación fue dejarme llevar. Eran esos tiempos maravillosos y certeros en que los hijos no cuestionábamos las decisiones paternas. Por ese convencimiento pleno de que la palabra padre nunca sería sinónimo de enemigo ya que su función, ¡faltaría más!, era la de protegernos, dirigirnos y guiarnos a buen puerto.

RECOMENDACIÓN



Desde enero este blog de Noray lo reservo para acontecimientos familiares y recuerdos. He creado uno nuevo con el nombre de "DE DENTRO", al que se puede llegar viendo mi perfil, y en el que escribiré los temas que correpondan a ese título, es decir: Patria, Dios, sentimientos y pensamientos con pretendida carga de profundidad.

20 enero, 2007

LA VIDA EN UNA MALETA II






Cumplo mi promesa de seguir buscando. Y ahora debo sincerarme, confieso que anhelo y no por mera curiosidad, toparme con algun nombre que nadie parece recordar aunque mencionan, cada vez que se habla de ella, la existencia de tres hombres en su no buscada soltería. Siempre me ha exasperado escuchar en boca de sus más cercanos: "¡que la tía tuvo tres pretendientes!". Y no ver en nadie interés alguno por personalizarlos. Observando que no es la discreción lo que les lleva a callar sino la más pura ignorancia o desentendimiento. La certeza bien comprobada de que en ese reducido grupo familiar, el lugar ocupado por Angelines siempre estuvo eclipsado por el de otra persona que acaparaba atenciones y dedicación absolutas. Cada uno de esos tres hombres la quiso y fueron correspondidos sucesivamente. Pero uno a uno perecieron. Uno de ellos por una tuberculosis galopante y los otros dos por enfermedades que desconozco. De lo que sí he tenido noticia es como con alguno andaba ya en preparativos avanzados de matrimonio y en sus relaciones con el tercero la tía cumplia ya los cincuenta años.
Al continuar con mi investigación descubro una estampa semejante a la del Fundador del Opus Dei, pero con otro rostro y una oración más breve. Leo: Alberto Capellán Zuazo. Averiguo por el Google que se encuentra en proceso de beatificación. Labrador y padre de ocho hijos.Natural de Santo domingo de la Calzada. ¡Un posible santo en la familia Capellán! (segundo apellido de la tía).¿Como nadie nos puso al tanto de semejante alegrìa?. Decido aparcarlo de momento hasta que encuentre lo que estoy buscando. Pero no hay más, mi desilusión es plena cuando abro un amarillento sobre que contiene unas cartas escritas en ese papel transparente para enviar por avión y, al ir a la firma, encuentro un nombre de hombre,sí, pero es Cipriano Bravo, O.P., religioso dominico. También la felicita con temás Navideños y hace referencia a su soledad: "Que en estos días, sienta en su soledad la compañía del que llena todo corazón". Otra tarjeta y otra referencia;ªQue El la acompañe en su soledad, sola pero no de Dios". Por lo que puedo intuir fue su director espiritual hasta que le destinaron a Manila. Esto debió ser otro gran dolor para Angelines, un nuevo desgarro ya que segun la trayectoria de su vida, adivino la fortaleza que de sus sabias e inspiradas palabras recibiría. Yo sé bien que cuando crees firmemente en El, percibes con toda claridad lo que hay detrás de una sotana y lo que escuchas aunque duela o no plazca es suficiente para levantarte y seguir.Mientras hago estas consideraciones y compruebo la no existencia ni atisbo de amores terrenales, encuentro en esas letras la explicación de su despegue de recuerdos. Sólo hay una, se ha deshecho de todo ( porque tuvo que tener cartas y fotos de los fallecidos) por el encuentro con una vocación religiosa que llega para jalonar una vida de desprendimientos involuntarios, que a todas luces son los más auténticos. Pero por lo que voy leyendo, ni siquiera eso le fue concedido. Debió suceder en aquel tiempo en que sufría agudas crisis de asma que le impedían llevar una vida normal.
LLegó al convento y no pudo entrar. dice el padre Bravo, en una carta fechada el 8 de Febrero de 1960 (curiosa coincidencia, mi arrebato por el convento fue el 11 de Febrero de 1960): "Me parece bien que hayas dado ese paso para seguir esa inspiración... . Es una prueba que hayas sido entretenida y humillada con dilaciones, suspensiones y contrariedades... . "Recobra la serenidad y espera. La respuesta vendrá a su tiempo. Que sigues atraida por el recogimiento del convento y llamas de nuevo a sus puertas, bien. Si te abren dale gracias a Jesús. Si no te abren no trates de entrar a la fuerza, que Dios está en todas partes y te puedes también santificar en el mundo, en el trabajo de la oficina, en el diario caminar por las calles de Madrid. Lo peor que puedes hacer es empeñarte en salirte con la tuya y caminar por el camino de tu gusto. sigue a Jesús, que donde quiera que vayas le tendrás que seguir con su cruz. Sin cruz y todo lo que representa la cruz, es imposible vivir". te bendice con bendición colmada...C. Bravo, O.P. (Orden de Predicadores).
Quiero que se entienda mi intención al revelar esto. No es un asalto a su intimidad sino el deseo de elevar a los altares de la familia (los de la Iglesia son más complicados) a esta persona que a mí y a mis hijos nos quiso desde el primer momento, sin tener que hacer méritos para ello y sin pedir nada a cambio.

AL DESPEDIRME DE TÍ

Tengo la certeza de que tanto sufrimiento y tantas lágrimas vertidas sin aspavientos y en lo oculto, tienen ya que haber sido enjugadas con un fínisimo pañuelo de Amor, así como recompensada y con ganancia esa sonrisa dulce y serena que siempre tuvo para todos. Y añado que leyendo estas líneas, no me importa decirlo, estoy sufriendo con ella y llorando con ella.

Siento, tía querida, no haber podido participar más en tu vida. Sobre todo en aquella época de mis primeros años de matrimonio, cuando el destino de Julio nos arraigó en San Fernando. Y cuando tu hermana Pilar, casada con Pepe Figueroa un mes más tarde que nosotros, decidió que tenías que abandonar su casa de Jorge Juan porque su marido deseaba contratar un mayordomo por lo que necesitaban tu habitación. Ni siquiera puedo imaginar tu dolor ante ese quebranto de equilibrio personal. Tener que iniciar una vida fuera del grupo familiar que formábais desde que falleció su primer esposo. Recuerdo esto porque tu misma en nuestra casa Noray, esos pocos días del verano 2002, me lo confiaste aun temblorosa. Es verdad que te ayudaron a adquirir la vivienda donde concluyó tu existencia pero ¿quién rompería el silencio de las nuevas paredes?. Acostumbrada como estabas a una sonora convivencia de hermana y sobrinos. ¿Quién acortaría la distancia entre el Paseo de Extremadura y el cálido barrio de Salamanca?. Sin duda el convento, que ese mismo año tiraba de tí, hubiese sido un cobijo caluroso. Pero hasta eso te fue negado porque Dios no quiere ser el último refugio. Sólo puedo entender tu vida y tu sonrisa al amparo de esa intimidad que, sin convento, disfrutaste con El. Y de la que estoy segura, con una seguridad de la que carezco para mí, hoy y eternamente, gozas en plenitud.
Por eso, tía Angelines, cierro esta deliciosa maleta que conservaré siempre como la más preciada herencia y que algun día también legaré a mis hijos. En ella espero ser capaz de resguardar, como tú, retazos de mi propia vida.

14 enero, 2007

LA VIDA EN UNA MALETA I




Ayer terminamos con la recogida de la casa de tía Angelines y son tantas las conversaciones que, a través de sus cosas, he seguido escuchando que no puedo guardarlas sólo para mí.
Muchos hemos dicho que estaba muy sola, pero esa pequeña casa me ha descubierto la verdad o un fragmento de esa verdad. Sus paredes personalizadas con cuadros pintados por la mano de su cuñado. con la salvedad de un descolorido jarrón de flores que fue al contenedor porque carecía de firma y a nadie decía nada. Esquinando las pinturas del año1908, para iluminarlas, fotos incrustadas entre el marco y las telas. Fotos que hablaban de su no soledad. Testimonios de bodas de sobrinos-nietos, de momentos estelares de algunos de ellos, de nacimientos de bisnietos, ensobrinados también. Presidiendo los escasos metros de su salón-dormitorio, el retrato añejo y señorial de su madre (la santa como la denominan, santa que se hizo al socaire de los arrebatos de su esposo). Fotos vivas que he ido recogiendo con amor porque sé fueron compañía viva para ella. Capas de polvo, como si de papel celofan se tratase, envolvían todo, no por su descuido sino por nuestro retraso en abordar semejante trabajo. Ropas por doquier, en armarios, maletas, percheros y lo más acerante para el corazón, aquel traje de chaqueta que vistió sus últimas horas reposando, como en espera, en el respaldo de una butaca ya medio raida. Y explicando sin duda, la postrera secuencia de sus días.
¿Cómo fue?. Nadie lo sabe con certeza. Se marchó sin dar señales de que se iba. Todo conjeturas a cerca de su final. Un martes atardecido, 18 de diciembre, regresaba de su fin de semana en casa de la única sobrina carnal que ya le quedaba, puesto que yo simplemente soy la mujer de su sobrino. La vecina, puerta con puerta, escuchó una melodía en su receptor pero hasta el jueves de mañana nadie supo de ella. La encontraron muerta, en el sofa - cama, con bata y camisón. Fría, fría de dos días. Cuando alguién querido se va de esta manera inquietud, ansia de saber y dolor de omisión perforan lentamente ese lugar hondo de sentimientos y sensaciones. ¿Como lograr la calma?. ¿Encontrar una simple señal entre lo suyo?. Con esa intención alargué mi mano hacia la maleta beige con rayas marrones, que mi hija bajó de uno de los altillos, y hoy con temblor y devoción, al abrigo de mi conciencia, voy a entrar en su interior para conversar quedamente, como otras veces, con la hermana de mi suegra. Más bien a escucharla, como ella siempre me decía: "Tú si que sabes escuchar".

La maleta es pequeña. Antigua, parece de cartón, y casualmente, en las compras de Reyes, pude comprobar como han vuelto a ser objeto de moda en tiendas de prestigio. Supongo que sublimadas en algo más que en el excesivo precio. El asa de cuero se desprende al contacto con mi acelerada mano y sus cierres oxidados chirrian como si les doliera retroceder en el tiempo. La primera capa, libros espirituales de reducido tamaño en hojas y letras: San Juan de la Cruz, Santa Teresa, la Sagrada Biblia, la Imitación de Cristo (también conocido como Kempís) y otros desconocidos para mí pero bien vapuleados por mi tía. Más rosarios, de todas clases como los que ya fueron saliendo de cajones y armarios... . Cuotas y subidas de cuota de la Mutualidad del Trabajo, recibos del 1989. Un sobre con la leyenda de beneficiarios y en cuyo interior nombra como tal a su hermana o sobrinos, si esta falleciere. Sigo inquieta leyendo cada papel que pasa por mis manos con la esperanza de descubrir un atisbo de felicidad personal. Muchas postales de las mismas amigas que se repiten en felicitaciones de Navidad. Gloria, Concha, Adelaida, Alicia.... Algunas fotos de las mismas. Todas la quieren, su simpatía, su cariño, su sencillez resaltan en aquellas dedicatorias. Otras son familiares de sobrinos, sobrinos-nietos. Y muchos retratos con esa pátina de antiguedad que tanto me atrae.

Querida tía ¡Por qué no dejaste para mi algún indicio de lo que busco?. De todas formas no pienso cejar en mi empeño. Seguiré otro día, seguiré buscando.
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