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24 octubre, 2013

OTOÑO MADRILEÑO Y EL PASO DE LA TUNA


 

 
 
Uno de los privilegios del otoño madrileño que yo conocía, era su cielo limpio, sin nubes, sin contaminación. No había pintor capaz de plasmar en un cuadro aquel azul intenso que se reflejaba hasta en las copas de los árboles que ya amarilleaban. Una vez pasados los calores del verano, que eso sí, veranos como aquellos no se han vuelto a producir, a pesar del tan traído tema del calentamiento global. Superados también los sudores de la repesca de septiembre, los pulmones se esponjaban de nuevo y el corazón recuperaba su ritmo normal.

La foto es más antigua, pero la fachada de la Universidad era igual en 1955, ahora el edificio que ha pasado a la Comunidad de Madrid se ha remozado y pintado de color granate 
Universidad Central
 
El reencuentro con los compañeros que aterrizaban en la Facultad de Económicas situada entonces en la Universidad Central, en el viejo caserón de la calle San Bernardo, desde los lugares de su residencia, era el gran aliciente del comienzo de curso. Ese intercambio de vivencias, distintas a las propias de cada uno, enriquecía de manera espectacular la vida de todos. El hecho de que en la capital de España confluyeran todas las carreras universitarias, mientras que en pocos lugares se contaba con estudios superiores, transformaba Madrid en auténtico hervidero de estudiantes. Es cierto que este hecho, obligaba a no pocos padres a realizar verdaderos esfuerzos para que sus hijos obtuvieran un título universitario. Dos cuestiones motivaban ese empeño: la primera, la satisfacción paterna por lograr que el hijo superase su propia formación. Y la segunda el dato alentador de que, con anterioridad a la consecución del título, era frecuente una amplia oferta de trabajo para cualquier estudiante que se encontrase en aras de finalizar sus estudios.

También es verdad, que la profusión de familias numerosas, como la mía, hacía posible que muchas de ellas pudieran verse libres de las tasas de matrícula o al menos notablemente disminuidas según el número de hijos. Ciertamente esto aún se mantiene. Los libros se sustituían por lo general y dependiendo de cada carrera, por los propios apuntes o los adquiridos a módico precio a los bedeles. Yo sostengo, porque lo he vivido, que estudiar en la Universidad de aquella época no era un privilegio de ricos y sin embargo, me las he visto moradas, más tarde, para la compra de los libros de mis hijos aunque las matrículas fueran gratuitas.

Hay que reconocer que, para muchas familias, el mantener a sus hijos en la capital suponía un gran esfuerzo económico en cuestión de residencia. Junto a ellos se sentaban en las aulas ciertos "niños de papá", mejor dicho, más bien no se sentaban porque nunca llegaban a sacar brillo a los bancos corridos y vetustos de las aulas, con sus ilustres posaderas. Para éstos las carreras resultaban mucho más largas. Algunos conocí que las duplicaban en años. Otros, a poco que manejasen la guitarra o la bandurria, incluso la pandereta, y si no se les escapaban demasiados gallos de la garganta, se transformaban en Tunos in aeternum. Aquellas cintas de colores, en teoría dedicadas por el enamoramiento de alguna jovencita,  lo que se dice, en la práctica, eran bastantes menos que las que adornaban sus capas. Los célebres e inmensos almacenes de Pontejos, cuya existencia aún perdura dispensaban cantidades ingentes de dichas cintas de todos los colores. Algunos eran verdaderos artistas al decorarlas con distintos nombres de mujer e incluso frases sugerentes y sugestivas. El espaldarazo lo recibían de los más antiguos nombrándoles tunos, como quien dice, de por vida.

Algo a lo que no puedo acostumbrarme es a la integración de la mujer de hoy en alguna tuna. Comprendo que no debía discriminar de esta manera, pero no me cuadra que la mujer ronde al hombre o a otras mujeres bajo los balcones.

Como decía anteriormente, algunos de estos alumnos pudientes, sin necesidad de pertenecer a la Tuna, solían duplicar los años de alumnado sin ninguna clase de escrúpulo. Entre los tunos era frecuente que al finalizar el curso, independientemente de los resultados y una vez arremangadas las mangas del típico traje negro emprendieran la aventura veraniega por los paises de Europa, de manera preferente Italia. Con las notas de sus instrumentos, unos en conjunto y alguno que otro por libre, recorrían los lugares sin más emulumento que el gracioso pase de gorra. ¿Ahora caigo!, la célebre frase "Vivir de gorra", debe proceder de esta gratificante acción tunera. Aunque bien pensado, en los primeros tiempos de la civilización ya los gitanos y la cabra usaban de tales artes.
 
Las anécdotas con que a su regreso, reales o fruto de la imaginación, ilustraban nuestros ratos libres, eran francamente variopintas. Podía entenderse de esta manera su escasa prisa por terminar la carrera.



Fotografía del paso de Ecuador

 
He de reconocer que lo más enriquecedor de la Universidad que yo viví, a parte de los estudios tan distintos en la forma y el fondo del colegio,   fue aquella simbiosis entre los alumnos procedentes de los más diversos lugares de España; compañerismo y amistad auténticos, sin distinción de procedencia ni de categoría social. Aquellos que arribaban a Madrid desde su aldea, no tardaban en adquirir ese aire cosmopolita que ya tenía nuestra ciudad y por otro lado el madrileño de pura cepa, aprendía de ellos sencillez, naturalidad y maneras más cercanas de vivir la vida. En cuanto al amplio abanico de diversiones que ofrecía la capital prefiero no mencionar de momento.


Retomando el tema de la Tuna, me faltaba añadir que tampoco su esencia y presencia, a pesar de lo que se ha especulado en las películas de la época, no era en verdad tan puramente romántica como pudiera parecer. Si tenías la suerte de que acudieran a rondarte, el jamoncito, el champán y el aguinaldo, descabalaban cualquier presupuesto familiar de clase media.
 
 Por cierto, el que hoy sigue al pie del cañon de mis manías y cambios de humor, para eso es mi marido actual y de toda la vida, ha creado una especie de aureola sobre mí, de esas que frecuentemente se forjan los hombres con la ilusión de: "me llevé la mejor". Contaré un simple detalle que avala esta afirmación. Años lleva empeñado en que aquel dichoso, de dicha, día, la tuna se desvivió cantándome aquello de : "Se va, se va, se va...( No creo que nadie de estos páramos lo recuerde). Mi intención, a estas alturas de la vida, no es la de desengañarle. Prefiero que siga creyéndose lo que venía después del "se va..."la chica más guapa del barrio, la más bonita de la Universidad". Que conste que no lo hago por mí, sé a ciencia cierta que no podría soportar el trauma si le digo que no llegaron a tanto. Según mis recuerdos después de Clavelitos y "Asómate, asómate al balcón carita de azucena", no hubo nada más.
 Balcón sí teníamos. Balcón que mi deseo de anclaje en la época feliz de la irresponsabilidad; toda la que te permitían las denostadas dictaduras existentes como, la de un gobierno franquista, unos profesores con autoridad y unos padres que velaban celosamente por tí, ha sublimado excesivamente.




Palacio de Cristal del Retiro
 
El otoño madrileño eran los largos paseos, desde San Bernardo, abriéndonos a la Gran Vía, no tan inhóspita como la actual, y enfilándo hacia Cibeles para llegar a la Puerta de Alcalá y atrevesar esa otra puerta principal del Retiro. Y en pleno centro de Madrid, de un sólo golpe se te entraba por la boca, a lo más hondo, de una manera física y anímica a la vez, la naturaleza en pleno; con todos sus olores y colores. Entraba y anidaba en tí más allá del portal de tu hogar en la calle O'Donnell. Es más, sin pecar de exagerada creo que aún hoy, restos de aquellas sensaciones y aromas han quedado retenidas para siempre en mis cinco sentidos. Por eso ahora, que la lluvía en Madrid ha inundado de nostalgia el Otoño, se agolparon juntos los años, la música de la Tuna y los aromas de un tiempo que se fue y no puede volver. Por más que yo lo desee, y por más que intente plasmarlo y capturarlo para siempre, una y otra vez, en  este  blog.

Postales antiguas con la Tuna





06 abril, 2013

CAPEANDO

 
 
He encontrado este Noray en Facebook de un gran amigo, con todo respeto porque se trata de  D. Joan Carreras y con su permiso me lo he traído a este blog  porque creo que le va muy bien.
 
Desde hace años, puede que desde mi viaje de bodas en que sin saber el motivo me senté en uno de ellos, he sentido una gran atracción por este elemento portuario, de líneas sencillas, tal vez poco atractivo, pero firme, tan firme que en él se siguen amarrando  barcos.

Así quisiera ser este blog para mis hijos o mis nietos, un Noray  cuando yo falte. Si tambalean  acudan a él  y la sencillez de mi vida siempre apoyada en Dios y María, mi Virgencina, como de joven la llamaba, les sirva para capear todos los temporales.
 
Quiera Dios que así sea
 
 
 
Fotografía tomada por Julio, mi recien estrenado marido en Mallorca, sentada en un noray, a mi espalda el yate de Onasis o alguien parecido que ahora no recuerdo.

13 enero, 2013

VERANOS DE MI NIÑEZ, CANDÁS




 Cuando la inspiración se permite el lujo de irse de vacaciones,  lo mejor es echar mano de los recuerdos y éstos me llevan hoy a un pueblecito de la costa asturiana, Candás.

En este mapa se puede ver su situación

 
Sólo pasamos un verano en él y yo no había cumplido aún los quince años. Lástima que por entonces no era aficionada a la fotografía, pues me hubiera gustado poder testimoniar gráficamente la abismal diferencia entre el lugar de mis recuerdos y el que hoy encontré en internet. Las únicas actividades del pueblo eran la pesquera y conservera; todo transcurría entre el zarpar y atracar de los grandes y pequeños navíos de pesca.

En primera línea de aquella playa, casi solitaria, que pisarla daba reparo, como si fueras a mancillar la finísima y pálida arena con tus huellas, se levantan en la actualidad un alto hotel y numerosos edificios que han roto la armonía y el silencio de otro tiempo. Aún así, Candás sigue siendo hermoso a pesar del turismo que ha buscado aposento junto a sus aguas.




 
 
Cuando mi familia y yo, arribamos a Candás, y digo arribar porque, segun recuerdo, la única manera de llegar era por medio de embarcaciones desde Gijón, en el muelle atracaban sólo los pesqueros, mientras que ahora aparece repleto de navíos europeos, contando además con nuevas y atractivas actividades, tales como las que se imparten en una Escuela de Surf.



Y son ya famosas las regatas organizadas por el Club Naútico que cuenta con 500 socios.



Por lo que he podido comprobar se mantienen también algunas actividades tradicionales como las Romerías, el Festival de la Sardina y concursos de bandas de gaitas. Sin embargo, todo lo que yo presencié guardaba ese encanto de lo íntimo y familiar imposible de preservar cuando   la masificación se adueña del terreno.
Una muestra de la pintura que en la actualidad se realiza en plena calle.







Fotografía aérea de este bello rincón de Candás





 
Pero hay que reconocer que se ha sabido conservar algunos espacios realmente bellos como los que muestran estas fotografías











La playa en la actualidad







En principio, nuestra llegada no fue muy afortunada, ya que mi madre al saltar a tierra, tuvo la mala suerte de torcerse un tobillo y en consecuencia, no se libró de un esguince que le duró unos quince días, con lo que se vio obligada a mantenerse inactiva durante la mitad del tiempo que disfrutaríamos de tan bello lugar.
 
Entre lo que en este instante memorizo se encuentra una gran fábrica de conservas, de la que salía un bonito asalmonado de una pureza natural que ha sido imposible volver a saborear en ningun otro sitio. Con generosos bocadillos de aquella fina y suave conserva merendábamos a diario los seis hermanos.
 
 
La industria conservera hoy  ha multiplicado y adquirido un desarrollo  de manera considerable, celebrándose   en el año 2007  en Candás la dieciocho edición de la Feria de Conservas, cuyo cartel se puede contemplar:




 
 
Nuestro verano fue algo parecido al de aquella famosa pandilla de la serie, mil veces repuesta, "VERANO AZUL," aunque no solíamos gozar de  aventuras  tan emocionantes como los protagonistas de la misma, algo que nos hubiera encantado.
 
 La playa recogida, silenciosa y toda para nosotros. Lo único que detestaba era el bañador que me había confeccionado la modista de la familia, de piqué blanco, grueso y tieso, con una faldita que me llegaba casi a media pierna. ¿Puede alguien imaginarse lo antiestético que resultaba para alguien próxima a los quince años? Mi madre era así, siempre dedicada a sus retoños nunca se percató de como la segunda de sus hijos iba creciendo y desarrollándose, tuvo que ser mi tía Josefina que vivía en Oviedo y con frecuencia nos visitaba en Candás, la que se lo hiciera notar. Por eso no me gustaba bañarme en aquellas aguas azules, brillantes en mi recuerdo.
 Por eso y porque dos chicos, mayores que yo, no me quitaban ojo cada mañana, con el agravante de que un día los descubrí pegados al cristal de mi dormitorio cuando me preparaba para dormir. Como ellos solían también bañarse en la misma playa, sentía una vergüenza irreparable que ninguno de mis hermanos podía comprender y yo era incapaz de contar a nadie, siendo ésta, segun creo,    la primera vez que lo revelo. Es curioso, cómo  detalles de otros tiempos que ahora nos parecen insignificantes se quedan almacenados para siempre en la buhardilla de la memoria para saltar al presente en cualquier momento, como si fueran hechos destacados  en nuestra aventura vital .
 
La vivienda era un bajo con balcones a la calle. Al final nos hicimos amigos, uno se llamaba Luis, pero no llegué a encajar con ellos porque a mis años me encontraba  más cerca todavía de jugar con muñecas que con muñecos de carne y hueso.

los dos elementos de Candás que más huella dejaron en mi fueron: el Faro y el Cristo.
 Creo que aquel faro, contruido en 1904 y sin llegar a funcionar hasta 1917, por la imposibilidad de edificar una vivienda para el farero en aquella intrincada Peña de los Ángeles, ha sido el causante de mi enamoramiento de tantos y tantos focos de luz que alumbran las noches de todos los mares del mundo. De lejos ¡cuántas historias inventabe mi mente adolescente! De aquella contemplación surgió una nostálgica querencia y si no tuviera responsabilidades familiares, gustosa terminaría mis días de farera en cualquier lugar del mundo. ¡¡ Y la velocidad que debe adquirir internet en aquellas alturas!!


 
 
El otro elemento es mucho más sublime. El Cristo de Candás se encuentra en la Iglesia de San Felix. Algo que llama la atención es que, por más remoto que fuera un pueblo en España, la construcción de sus templos eran verdaderas obras de arte arquitectónico. Debemos reconocer cómo los hombres de otra época sabían "dar a Dios lo que es de Dios"...


 
 
Casi todas las mañanas me levantaba muy temprano para asistir a la unica misa que se celebraba en San Felix. La Iglesia primitiva fue edificada en el siglo X y desde el XVI alberga el Santuario del Cristo de Candás. Se trata de una talla encontrada en aguas de Irlanda por los pescadores de esta localidad asturiana. En dicho siglo se instaló la imagen en el camarín del retablo, al que se llega por una escalera de caracol que los devotos acostumbraban a subir de rodillas como símbolo de penitencia. La imagen, junto con la iglesia fue quemada, como tantas otras, en la Guerra Civil, siendo reproducida aquella en Santiago de Compostela y la Iglesia restaurada. En ella se conserva una capilla del siglo XVIII, detrás del Altar Mayor, que milagrosamente se salvó de la quema.


El retablo, del siglo XVIII, es de estilo churrigueresco y fue obra de Estéban Fernández Pendones.
Yo también ascendía por aquella escalera de caracol, aunque no de rodillas, para acercarme al Cristo de Candás. Ante Él me arrodillaba y lloraba sin saber por qué. Pedía por todo el mundo, costumbre que tengo desde niña, también por mis luchas de adolescente y por algo que ahora parece una insignificancia, pero que entonces me dejó una huella profunda. El año anterior, un sacerdote en Oviedo, donde pasé el verano con mis primos, al acercarnos a besarle la mano como era costumbre hacer en señal de respeto porque en ellos se reconocía la figura de Jesucristo, me preguntó la edad que tenía y al decírle que trece años, añadió que pediría por mi para que, pasados diez años, me mantuviera igual que en aquel momento.



Las fiestas del Santísimo Cristo de Candás se celebran en Septiembre .
No sé si algun día volveré a aquel lugar entrañable que durante mucho tiempo fue el pueblo de mis amores, pero estoy convencida que, aunque el turismo haya perturbado su paz, sigue siendo un pueblo hermoso que merece la pena conocer. Y si alguno de los amigos que se acercan a este blog, decide visitarlo, recomiendo que no deje de subir aquella escalera de caracol hasta la imagen del Cristo, al que llaman también de los Marineros, para depositar en sus pies un beso de amor que sé, lo sé con certeza, llegará hasta la derecha del Padre.


LAS FOTOGRAFÍAS SON TODAS DE GOOGLE

25 diciembre, 2012

EL VERBO DE DIOS SE HIZO HOMBRE




El Verbo, la Palabra de Dios, que es Dios, Hijo de Dios, se hizo hombre para liberar al hombre de una muerte eterna. Se abajó hasta tomar nuestra pobre condición sin que disminuyera su majestad. Permaneciendo el que era y asumiendo lo que no era, unió nuestra condición de esclavos a su condición de ser igual a Dios Padre. La majestad se revistió de humildad, la fuerza de debilidad, la eternidad de mortalidad; verdadero Dios y verdadero Hombre, en la unidad de un solo Señor, el unico mediador entre Dios y los hombres.
San León Magno
 
 
A los que, de una manera u otra, pasáis por este Noray de mis recuerdos, os encomiendo al Niño Dios,  unico mediador entre Dios y los hombres, para que os conceda una muy feliz Navidad, prolongada a lo largo de toda vuestra vida.
 
Con todo mi cariño.
Militos

13 diciembre, 2012

MI VIRGEN DE LORETO




 
Imagen de la auténtica Virgen de Loreto que se encuentra en la Casa de Nazaret, en la ciudad de Loreto (Italia)


Aunque la Virgen de Loreto fue el 10 de diciembre, quiero dedicarle un recuerdo para agradecerla los diez años que viví bajo su amparo. Aprovecho también para dar las gracias a las Esclavas del Divino Corazón que tanto hicieron, y siguen haciendo, por la enseñanza y formación integral de miles de niñas en Madrid y otros muchos lugares de España, aunque me da mucha pena que  ya no vistan de hábito ni vivan en comunidad.

Fotografía de una excursión, cuando las monjas eran recatadas y se tapaban la cara para no salir en la foto. Ella era Madre Angélica



Son muchas las advocaciones de la Virgen que han pasado por mi vida, empezando por La Milagrosa con cuyo nombre me bautizaron por haber nacído ese día y por librarnos de un Madrid, donde se dieron los mayores peligros de la Guerra Civil. Cuando terminó, mi madre, llevó durante un año el hábito, blanco y azul de esta advocación de María, como promesa por haberme salvado de una Difteria, enfermedad mortal por aquellos años.


Más tarde, cuando empecé el colegio, fue Nuestra Señora de Loreto, cuya celebración tuvo lugar  el 10 de diciembre, la imagen que se introdujo en mi vida de niña y de mujer, ya que mi devoción ha permanecido hasta hoy de una manera muy especial e inalterable.


Breve historia del Colegio

El colegio se llamaba y se llama, Real Colegio de Nuestra Señora de Loreto. Su origen es antiquísimo, aunque fue inaugurado en otra ubicación, en la calle de Antón Martín, lo que eran las afueras de Madrid.





El edificio se construyó por encargo de Felipe II para niñas huérfanas. La imagen de la Virgen fue traída desde Roma a petición del Monarca y es una escultura de Giovanni Battista Montano (1531- 1621)




En el pie se lee el nombre del escultor y el año:




Durante la Guerra fue ocultada en un piso de Madrid y más tarde trasladada a un nuevo colegio en la calle Velazquez, hasta que en 1939 el colegio pasó a la dirección de las Esclavas del Divino Corazón. Estas religiosas reclamaron el regreso de la escultura, pero las Hermanas de la Asunción que se consideraban salvadoras de la misma no quisieron entregarla hasta el año 1942 o 43. Al enterarme ahora, por la página "Arte en Madrid" de estos hechos, doy gracias a mi Virgen de Loreto por haberse instalado en el alto camerín de la Iglesia, poco antes de mi llegada al colegio desde donde ha recogido todas mis súplicas, durante mis diez años de colegiala y muchos más de Antigua Alumna.


En 1882 se derribó el edificio del primitivo colegio y la Iglesia Barroca. A principios del siglo XX se traslada a la calle O'Donnell, en una zona por entonces semidespoblada. El nuevo colegio daba a tres calles: O'Donnell, Paseo de Ronda (Hoy Doctor Esquerdo) y Duque de Sexto. Fue obra del Arquitecto Mayor del Reino, José Segundo de Lema. Esta Institución, pasó de ser una obra de Beneficencia a Colegio Religioso donde siempre se conservaron 20 plazas para alumnas gratuitas. Junto al colegio, en la esquina con el Paseo de Ronda, se construyó un pequeño edificio destinado a las viviendas de los capellanes, siempre hubo dos, (en mis tiempos, uno fue Monseñor Cantero Cuadrado, más tarde Obispo, natural de Barbastro y gran amigo de San Josemaría) portera y algunas personas más.
Siendo ya de Antigua Alumna se derribaron estas viviendas y el solar ´fue ocupado por un bloque blanco que a mi juicio desluce por completo del edificio de ladrillo rojo original.



Este edificio rompe además la unidad que formaba con la Iglesia en la calle Duque de Sexto que aún se mantiene, pero cuya entrada permanece cerrada, sólo se accede a ella por el interior del colegio.



 

Altar Mayor, reformado, desde que la Misa comenzó a celebrarse de cara al público


 

Capillas laterales, donde se encuentra la Inmaculada, otra de las advocaciones de la Virgen que más ha influído en mi vida



 
Han sido reformadas y, es mi opinión, no me gusta la luz roja que ahora las ilumina.


Esta es la estampa que yo conservo de aquellos años, en blanco y negro porque el color no había llegado a nuestras cámaras fotográficas. En la actualidad se la ha despojado de los rayos, a sus pies la Casa de Loreto que da nombre a su imagen



 
Deteriorada por los años y las manitas inocentes de mis hijos, pero que sigue presidiendo mi mesilla de noche y acogiendo muchas de mis peticiones..


La festividad de la Virgen de Loreto se celebró el 10 de diciembre, como ya se conoce es la Patrona de los Aviadores por dedicarse esta advocación a la Casa de Loreto, donde tradicionalmente vivió María en Nazaret, cuando aparecíó el Arcángel Gabriel y el Verbo de Dios fue encarnado en Ella, también se cree que fue la misma que habitó con Jesús y José.




De la Casa sagrada se cuenta que fue trasladada en volandas por los Ángeles a la Villa de Loreto, de ahí su nombre, en Roma, para preservarla de la invasión de los Mamelucos en el siglo II. En torno a ella se edificó una Basílica que a lo largo de los siglos sigue siendo lugar de fervoroso peregrinaje.






Como se comprenderá me pasaría horas hablando de estos hechos, pero no quiero cansar demasiado ni dispongo de tanto tiempo como quisiera. De momento dejo este post para quien pueda interesarse por esta amalgama de recuerdos y hechos históricos muy abreviados.

Mi agradecimiento a la citada página //ARTE en Madrid/ (ENLACE) por sus imágenes y datos de los que me he servido para ilustrar esta entrada dedicada, con retraso, a mi Virgen de Loreto.


26 octubre, 2012

NUESTRO PRIMER HOGAR









Guardo un gran cariño a estas fotografías de finales  de Agosto de 1960, pocos días después del Viaje de Novios. La primera de ellas está destrozadita,  pero es la original;  un familiar intentó reconstruirla,  pero me gusta más la auténtica, por eso la dejo en este Noray de mis recuerdos.

Ésta y algunas más fueron las primeras que se hicieron en nuestro hogar de recién casados, hogar que he de reconocer para mí fue algo frustante. La ciudad era ,por entonces pueblo de Cádiz bastante remoto, San Fernando, sobre todo para una chica de Madrid. Y no es que yo fuera muy exigente, simplemente me sorprendió aquel estilo de vida. Ahora, pasados tantos años reconozco que me porté muy mal con mi recién estrenado marido. Y digo esto por la reacción que tuve cuando del viaje de novios aterrizamos frente a la vivienda, situada  al final de la calle Real, en la zona que se llamaba  polígono de la Ardila. Julio que llevaba un año destinado en el Tercio Sur, hoy Tercio de Armada, tuvo que buscar la casa por su cuenta y riesgo y al describírmela lo hizo con tal entusiasmo que pensé era una de esas casas bonitas de Andalucía, con su patio de mosaico y plantas por doquier, por eso el desengaño fue mayor.
 
La verdad es que llegábamos cansados de un viaje en tren, trenes de aquella época en tercera clase con asientos de madera y transbordo a otro tren no recuerdo donde, pues nos gastamos todo el dinero en Palma. Desembarcamos  en Alicante  del  "Ernesto Anaxtasio", de la Compañía Transmediterránea que nos devolvía de Palma de Mallorca, del que he tenido la suerte de encontrar hoy una fotografía antigua en Google:



 
Mi Infante de Marina que por entonces era un romántico de película, pretendía  que cruzara el umbral de la casa en sus brazos, a lo que me negué  de manera rotunda: "¿Pero tú crees que voy a entrar aquí en tus brazos?"
 Imagino que su desilusión fue mayor que la mía ante la vivienda, sobre todo porque  ya habíamos tenido algun que otro encontronazo en la Luna de Miel, ya que a pesar de los cinco años de noviazgo no nos conocíamos lo suficiente, sólo nos tratábamos en sus vacaciones de la Escuela Naval y a través de cartas casi diarias en las que todo se idealiza. Sin embargo, él supo reacionar amablemente ante mi enfurruñamiento.
 
La casa era bastante grande, pero destartalada, ya que pertenecía a otra gran vivienda, esa sí señorial, de la que se había separado mediante un muro. No había agua corriente, se extraía de un grifo instalado en el pasillo con el que tuve que bregar a diario, pues como no tenía paciencia para esperar a que el cubo se llenase mientras iba haciendo alguna otra cosa, así que raro era el día en que no se desbordaba a lo largo de todo el corredor, causando mis berrinches. Cuando Julio regresaba del Cuartel lo que le esperaba no era una amante y dulce mujercita, sino la faceta más cascarrabias de Militos. Aquello parecía un mal presagio para un matrimonio recién iniciado, pero creo que fue todo lo contrario porque superar aquellas dificultades nos fue forjando para el duro futuro que nos aguardaba.
 
Siguiendo con el nuevo hogar, he de decir a su favor que tenía una gran luz natural en todas las habitaciones, sin embargo, la eléctrica nos llegaba de unos cables que habían alargado de la parte principal de la vivienda, ocupada por  los dueños que si no recuerdo mal, eran parientes de un compañero de Julio también recién casado y vecino de dos o tres portales más allá del nuestro. Aquellos cables, no en muy buen estado, se fundían cada dos por tres, con el agravante de que yo cocinaba en una cocina eléctrica que al menor descuido incendiaba toda la instalación, entre vuelta y vuelta de tortilla de patatas que más de una vez terminaba en el suelo, con el susto correspondiente. Aún así, nunca fue a mayores, pienso que la abundancia de mis lágrimas sofocaba el fuego de inmediato. Pese a todo me sentí reparada cuando me enteré que precisamente la zona donde habíamos instalado el artefacto incendiario era uno de los cables de la casa de los dueños, con lo que el voltaje consumido no lo abonábamos nosotros, sino ellos, sin  consentimiento previo, hasta que se apercibieron de aquel detalle.
Mis andanzas culinarias merecerían capítulo aparte, pero no quiero entretenerme en ellas, basta con decir que cuando me casé no sabía ni freir un huevo,  aunque tenía el convencimiento de que con lo visto a mi madre, excelente cocinera,  y a la chica para todo que teníamos en casa, ya no iba a tener problema. Con lo mucho que yo me había fijado en lo que ellas hacían ¿A qué podía deberse que el contenido de las croquetas se me vaciara en la sartén, las albondigas se deshicieran en el aceite de freirlas, la salsa rubia se me cortase a la segunda vuelta de cuchara? No una vez, sino todas...
 
Cuando ya mi paciencia llegó al límite, un mes más o menos, convencí a Julio para que buscásemos otra casa, de la que hablaré otro día porque sí, mejor era, pero con otra clase de impedimentos. Eso sí, no tuvimos una casa como Dios manda hasta el nacimiento de nuestro quinto hijo, Daniel; en un bloque construído por la Marina para Oficiales, en la calle Cecilio Pujazón, ignoro si aún siguen en pie.

Las fotografías se tomaron en la terraza de la casa, compartida con los dueños. a la que había que subir por un patio trasero, por unos escalones altísimos. En ella tendía la ropa para que se blanqueara al sol gaditano, algo que he de reconocer tenía un poder muy superior a la lejía o cualquiera de los blanqueadores actuales.

Pequeña muestra de mi arte colgando las camisas del Marino

 Lo del pañuelo en la cabeza se debía al tremendo Levante que en aquella azotea soplaba como en las esquinas de la propia Tarifa.

Mi madre y mis dos hermanas vinieron a pasar unos días de playa, un poco antes del mes de septiembre. Recién casada, yo que nunca me había separado de la familia las echaba mucho de menos, con mis hermanas siempre tuve una relación muy compenetrada y protectora, de hermana mayor. Y como mi madre no tenía nada de la clásica suegra, Julio acepto de buen grado que las invitase.

Con mi madre




Mi hermana Ana, por entonces Ana Mary, protestando porque no quería retratarse
 
 
 
Y
 
con Mary Carmen, hoy Carmina
 
 
 
A pesar de estos y otros inconvenientes domésticos, unidos a mi poca preparación para las labores del hogar, salimos adelante, gracias a la paciencia de Julio y al amor que nos teníamos.
 
 
 
 
Después vendrían los hijos, la primera, Begoña, a los catorce meses de casados, 


Pero eso ya es otra historia que iré contando si la vida me da tiempo para ello.

23 mayo, 2012

DE LUTO

 Estas dos fotos me las hizo Julio en el Retiro en sus primeras vacaciones de la Escuela Naval. Eran las fechas de la Navidad de 1955. Acababa de morir mi abuela, madre de mi padre, a la que todos llamábamos Mamáuna, creo que este sobrenombre, el suyo era Elisa, se lo debió de inventar mi hermano Goyo porque fue su primer nieto.
Lo que recuerdo de ella es que era muy alta, caminaba derecha y su pelo complétamente blanco. En sus silencios guardaba su vida sacrificada de esposa de militar que había tenido su hogar en varios lugares de España, desde Melilla hasta Mahón, donde falleció mi abuelo como Teniente Coronel de Ingeniero Militar en la fortaleza de la Mola.
Guardaba también en su corazón todo el dolor por la muerte de dos de sus hijos en la Guerra Civil española de 1936, Jose Luis y Juan José en la batalla del Ebro y en el Cuartel de la Montaña; como recuerdo de éste ponderaba en su interior la frase última, antes de morir en el hospital al que fue llevado:
 "Decid a mi madre que yo no me he rendido."
Como así fue, ya que tras la rendición de Fanjul, mi tío tomo una metralleta y dispsró por su cuenta contra los asaltantes al Cuartel.
Mi abuela no hablaba mucho, sonreía y te besaba, pero mi recuerdo más intenso es el  de sus silencios.

Esa tarde de fotos, Julio y yo tuvimos una riña porque él quería ir al cine y yo le dije que no, que estaba de luto por mi abuela. De lo que no me acuerdo ahora es de si cedí o no a su deseo, aunque por lo cabezona que era me temo que no lo consiguió.

lunes, 23 de enero de 2012

MI FOTO PREFERIDA



Nuestra Señora de Loreto, la Virgen del Colegio que presidíó mis rezos, peticiones y cuitas desde el año 1945 hasta 1955, bueno y muchas veces más, pero ya de antigua alumna.
 Se encontraba en un altísimo Camerin por encima del Altar de la Capilla. Detrás de Ella, una puerta pequeña daba a la galería de nuestras clases, en el segundo piso del colegio y algunas solíamos mirarla por el ojo de la cerradura. Sólo una vez pude entrar a su camerín; era el mes de mayo de 1952. Si estudiabas mucho ese mes y te portabas mejor que nadie el premio era, una niña por clase,  colocar a los pies de María la Corona de flores que se la ofrecía todos los 31 de mayo.
Acabábamos, algunas alumnas, de regresar del Congreso Eucarístico Internacional, celebrado ese año en Barcelona, donde se estrenó el himno a la Eucaristía con letra de José María Pemán y música de Miguel Aramburu:
 "CRISTO EN TODAS LAS ALMAS Y EN EL MUNDO LA PAZ"
He de reconocer que con tanta ayuda espiritual, me fue más fácil estudiar de verdad para conseguir entrar en la Coronación de la Virgen
Después de esa fecha no volví a lograrlo.

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