AMIGOS

25 noviembre, 2007

PASO DE ECUADOR I






!!CASTAÑEDA!!---------------------
Fuentes Quintana y Juan Velarde (dos de mis profesores a ambos lados de Montoro)



Una vez adquirida la madurez universitaria cualquier alumno, matriculado en tercer curso, era apto para celebrar el Paso de Ecuador. Y ¿qué requisitos se requerían para ostentar dicha madurez?. No, necesariamente, la mitad de la carrera debía estar aprobada pero sí una medida, formulada a nivel de intelecto individual, se consideraba como necesaria y suficiente. Y esa medida no podía ser otra que haber pasado por la criba de ¡Castañeda!. Confieso que en esta apreciación yo jugaba con ventaja, dado que, desde que puse mis pies y mi cabeza en la Universidad, conocía de antemano esa dura confrontación por la que tenía que pasar de manera inevitable. No en vano, en la familia, vivíamos con intensidad la trayectoria de la mayoría de los alumnos particulares de mi padre, con sus anécdotas fantásticas, sus cruentos aprobados y su repetitivas calabazas. Si mal no recuerdo, pocos fueron los que aprobaron dicha asignatura a la primera. Quizá, el que luego sería gobernador del Banco de España,Luis Alfonso Rojo (alumno paterno) porque Ramón Tamames (Iden de iden) catedrático de Estructura Económica, no tuvo esa suerte. No recuerdo si Isidoro Alvarez (dueño del Corte Inglés por decisión de su tío, Ramón Areces quién delegó en mi padre su formación económica, recién arribado a Madrid ) pudo pasar ese Rubicón con igual diligencia.



Llegados a este punto, creo que debo dar a conocer algunas de las características de D. José Castañeda. Catedrático de Teoría Económica de segundo.



Castañeda, en su día, quiso captar a mi padre como ayudante de cátedra. Honor que no pudo aceptar por verse obligado a abandonar sus clases particulares. Lo que hubiera supuesto un gran perjuicio crematístico para la familia. En ellas invertía todas las tardes con tres o cuatro grupos muy numerosos, llegando al extremo de que para incorporarse a ellas se precisaba recomendación de amigos, e incluso en algunos casos, de personalidades destacadas de la vida pública. Y no porque mi padre tuviera prejuicios o persiguiera prebendas, sino por la falta de capacidad física de la academia. Lo que no era óbice para integrar en ella, gratuitamente, a militares, sacerdotes y religiosos. Siendo varios los Jesuitas que pasaron por allí y que más adelante instituyeron la carrera de Ciencias Económicas en la Universidad de Deusto. Por entonces nos encontrábamos los seis hermanos cursando estudios en colegios religiosos y en edad de crecimiento, con sus exigencias correspondientes. Aquella renuncia de mi padre fue una gran decepción para D. José que, a mi juicio, nunca perdonó. Reafirmo esta opinión por su desmedida afición a descalificar con dureza, durante las clases y exámenes orales, a esa especie de lacra que, para él, eran los profesores particulares. A este respecto, conservo también un recorte del diario el País (07/06/1983) en el que J. Estefanía le entrevista. Al preguntarle por la valía intelectual de algunos economistas de la época, cita a Fuentes Quintana (ministro de Economía y Hacienda, en la transición), Juan Velarde, Jose luís Sampedro y Marto Ballesteros. Como entre ellos no menciona a "Goyo", el periodista pregunta:



_ "¿Cuales son los otros alumnos que quiere destacar? ¿No se tratará uno de ellos del popular Goyo, que explicaba su asignatura en una academia de la calle de Jorge Juan, por la que pasaron centenares de estudiantes?.


_No, Goyo era muy trabajador y dio muchas clases, pero yo me refiero a un italiano, Luciano Pistolessi, que hizo unos apuntes excelentes de mis explicaciones... . Ballesteros y Pistolessi han sido los mejores; españoles no quiero decir, el mismo Goyo, Fuentes Quintana era el primero, no voy a decir...


Lo que Castañeda ignoraba era que mi padre, ayudó a Fuentes (de la primera promoción y mi padre de la segunda) a superar la Teoría Económica. Siendo mi padre matrícula de Honor de dicha asignatura y primer premio extraordinario de fin de Carrera.


CARACTERÍSTICAS DE D. jOSÉ CASTAÑEDA:


_Gran inteligencia

_ Licenciado en Derecho.


_Ingeniero Industrial.


_Sabedor de toda la Teoría Económica conocida, en aquellos años, en España y Extranjero.

_Sus clases precisas y claras-

_Personalidad francamente insoportable

_ Tenía a gala suspender a mansalva.

_Exigente, antipático y por supuesto machista.




Se decía de él que en la Guerra Civil (1936) , había ejercido de comisario político en el bando republicano, o mejor dicho comunista. Sin embargo Franco, valorando sus capacidades, no debió creer conveniente su depuración. Algo que la mayoría de sus alumnos lamentaba profundamente.

Consiguió la cátedra por concurso- oposición y pudo dar sus clases con toda libertad. A decir verdad, nunca politizó en ellas, como sí era frecuente entre algunos profesores. En esta cuestión siempre destacó Jose Luis Sanpedro, catedrático de Estructura Económica. Hoy académico de la Lengua, insigne escritor y famoso por sus descaros. Sus enseñanzas eran todo un tratado comunista contra el régimen imperante. ¿Falta de libertad en los llamados cuarenta años de dictadura?. El aprendizaje de la asignatura se salvaba gracias a la frecuencia con que delegaba en su ayudante, Juan Velarde, (Juanito para mi padre, con el que aprobé Estructura Económica I y II). Este profesor por el contrario, nunca mostraba su partidismo en uno u otro sentido. Alguna vez, fallecido Franco, asistí a conferencias suyas y me sorprendió su derechismo y su reconocimiento de las altas cotas, industriales y económicas, conseguidas por España a lo largo de esos cuarenta años.



El aula de Teoría Económica de segundo aparecía cada día enormemente poblada de alumnos (la inmensa mayoría repetidores). Hecho éste que contrastaba con las ausencias contabilizadas cuando Castañeda pasaba lista para sacar a la pizarra. Todos ausentes. Cuando yo llegaba a la academia de mi padre, su primera pregunta era:


_¿Ha pasado lista Castañeda?.


Con esa impunidad siempre descubría mis escapadas; si respondía sí, era que no y viceversa. Y yo avergonzada por sus rapapolvos delante de los alumnos, que con anterioridad le habían informado de tan simple detalle. Pero mi padre no era rencoroso y cada tarde terminábamos la clase, junto con algún alumno que se nos unía, en "La Maja de Goya", taberna de la calle Narvaez, adornada con unos grandes toneles que nunca supe si llenos o vacíos. Aun hoy en mi paladar aquellos sabores de sepia a la plancha o deliciosa langosta que el dueño reservaba con predilección para sus más fieles clientes. He de volver un día de estos para ver qué otro banco o comercio ocupa hoy lo que fue lugar tan castizo y sabroso.
No he podido por menos de entretenerme con este inciso, asaltador de mi relato, para dejar testimonio del placer compensatorio que aquellas clases conllevaban. Lo siento, he de retornar a la aridez de hacer entender el clima y suspense con que semejante catedrático revestía la enseñanza de la Micro economía.


De cuando en cuando, alguna atrevida alumna osaba darse a conocer ante la pizarra. Bien preparada se suponía para llevar acabo tamaña audacia. Inútil, al menor síntoma de titubeo, de manera invariable, resonaba en el aula su exabrupto preferido:



_"Con razón digo yo que la mujer donde mejor está es en la cocina".



De nada servía el murmullo reprobador y colectivo. Por parte de algunos igualmente reprobador, a pesar de que en sus adentros aprobaban la aseveración CASTAÑERIL En este instante me pregunto si la manida frase: "Tiene castañas" será un acerbo derivado de tal apellido. En la siguiente ocasión si alguna falda (el pantalón no se había implantado aun como prenda femenina de uso diario. Y las alumnas, por otro lado ya no teníamos que recurrir a él, como cuando Concepción Arenal se vio obligada a disfrazarse de hombre para poder acudir a la Universidad en tierras gallegas. ¡Qué gran mujer!. Otro día contaré algo de su historia tan desconocida o ignorada por las feministas de este país)), pasase lo que pasase, la susodicha aguerrida, se colocaba delante suya sin aparente temor a reproche alguno. El rebuscaba, entre su infinita colección de pegas, para encontrar la más enrevesada y tener ocasión de lanzar la acuñada frasecita. Una y otra vez: "en la cocina"; no podía modificarla: en la casa o en la cama... ,no, siempre en la cocina. Sin duda su mujer debía destacar en dicho elemento doméstico, por defecto o por exceso.



Sinceramente confieso que no nos daba por lo trágico, ni por lo feminista. El propio catedrático nos servía en bandeja la revancha al comprobar como también los alumnos varones, no tardaban en cargar con sus desplantes: "Inmediatamente a su sitio", gritaba al que, en un gesto nervioso, tenía la osadía de introducír su mano en el bolsillo; ya no se molestaba en indagar si el desdichado había preparado el tema o no. O cuando otro ingenuo, para demostrar que había entendido con perfección su explicación respondía:


_"De acuerdo".


La voz del catedrático , alzada a decibelios incontrolados, retumbaba en el aula:


_"¿Cuando podremos estar de acuerdo usted y yo?". Como si quisiera decir: !Todavía hay clases!


Con tales antecedentes no era de extrañar, estando el aula en plenitud real de alumnado, la ausencia casi total ante la aventura de la pizarra.


Sin embargo, al releer hoy esta entrevista de J. Estefanía Moreira, he descubierto que aquella dureza implacable de D. José Castañeda, tenía un objetivo premeditado. Objetivo que se revela cuando el entrevistador, también antiguo alumno suyo, le asevera:


_"El profesor Castañeda ha sido considerado en la leyenda de los cuarenta años de facultad como el más duro. Todos sus alumnos debimos sufrir mucho para aprobarle".


Respuesta del duro profesor:


_"Es cierto. era durísimo, pero es que tenía ilusión por la facultad. No había otra en España. Haciendo trabajar se conseguía una buena formación. La prueba es que, según ha reconocido la gente, hasta en la forma de hablar o de escribir en la Prensa se ha impregnado un cierto lenguaje que fue enseñado en la facultad. Yo he apretado mucho pero el nivel de los alumnos que llegaban a la facultad era muy bajo. No sólo por el contenido sino por el sentido de la orientación."





Así ¿que era por el lenguaje y la orientación?. Menos mal que D. José ya descansa en paz y no puede contemplar los nuevos niveles del alumnado español. También ellos descansaran en paz, seguro.



Yo pasé por aquella criba oral dos veces. Pero ya la primera, a pesar del resultado, sentí sobre mis hombros el espaldarazo con el que se adquiere esa madurez universitaria que te marca para el resto de tu vida.


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El color naranja fue elegido por sus fundadores para la facultad de Económicas, por lo que escribo con él las líneas anteriores. Doy por supuesto que en eso no habrá habido variaciones.

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