AMIGOS

24 septiembre, 2008

SEGUIMOS DE VACACIONES

SEGUIMOS DE VACACIONES

Después de quedar en salir el dìa 23, Carmen tenía que cuidar a sus hermanos. Y yo decidí acompañar a mamá a casa de tita Luisa. Les avisamos de que no podíamos salir. Por la noche, cuando llegué a casa me llamó Luisa muy sofocada porque al final salieron ellas y, según su versión se encontraron con dos conocidos. Uno era un tal Lorenzo que a Carmen le entusiasmaba. Cuando estaban con ellos pasaron Julio y Pedrito y ya estaba el lío armado. Podían pensar que no queríamos salir con ellos. Luisa llamó a Julio para darle explicaciones y éste le dijo que daba igual, que no tenía importancia.
Pasaron varios días y no daban señales de vida, hasta que nos encontramos con Jesús por la calle Narvaez. Nos acompañó y como siempre fue conmigo hasta el buzón. Me habló de lo del día 23 y de lo mal que les había sentado a Julio y Pedro. Que Pedro dijo que al fin y al cabo lo único que estaba claro era que Militos no sabía nada de ese plan de ellas. Siguio hablando cosas favorables para mí que según él había dicho Pedro, pero yo no me creía nada porque nunca se sabe cuando Jesús habla en serio o en broma. Al final añadió: “Que sepas que yo pienso igual que Pedrito”. No supe añadir nada porque aseguraba que aquel había dicho que “Militos era la mejor de las tres, la más simpática y la unica que me gusta”.
Jesús quería salir otro día pero como estaba enfadado con Julio por una faena que le había hecho, no iba a salir él con las tres. Luego empezó a criticarle diciendo que los compañeros del colegio del Pilar pensaban que era un creido y que sólo estudiaba para marino por el uniforme. Yo callaba pero pensé que si Jesús hubiera sabido lo mucho que me gustaba Julio, no habría dicho aquellas cosas. Ya no tenía remedio, lo dicho dicho estaba. Al final hicieron las paces y fuimos todos a hacernos fotos a La Rosaleda del Retiro. La primera foto la hizo Carmen y al principio Julio se puso a mi lado pero luego como si se hubiera equivocado se fue corriendo al lado de Luisa. En todo el carrete de fotos sólo hubo una en la que aparecía a mi lado. Casi al despedirnos, Julio y Luisa comenzaron a organizar un güateque para el día de Reyes en casa de Carmen. Quisieron convencerme para hacerlo en nuestra antigua casa de Jorge Juan que ya era la Academia de Goyo, pero a mí ni se me ocurrió decirlo a mis padres.

El día 5 sólo salimos a última hora para concretar detalles. Estábamos solo las tres con Julio. Luisa me dijo que subiera a casa para buscar el libro que iba a prestarla. Cuando bajé Julio dijo:
_”Pero bueno, tú a que vienes otra vez”. Aquello me sentó fatal y quise irme a casa pero no me dejaron. Luego Julio me propuso que después de dejar a mis amigas él podía acompañarme hasta el buzón. No quise porque seguía enfadada por lo de antes y porque me daba vergüenza ir sola con él. Preguntó:
_”¿Es que me tienes miedo?”, le dije que no pero me salí con la mía.

Algo que tengo bien claro desde mi infancia es que nadie me va a obligar a hacer algo que yo no quiera hacer.

ACTUAL-----2008
Esto me costó muchos enfados con las amigas e incluso con Julio cuando ya fuimos novios, pero a mí siempre me pareció que era lo justo.



DÍA DE REYES

Y llegó el día de Reyes. La verdad es que por un lado no me apetecía nada porque tendría que estar mirando como bailaban los demás, por las Normas de la Congregación Mariana, pero por otro, tenía curiosidad por saber en que consistía eso de los güateques.
Los chicos que asistieron fueron:
Julio, Jesús, Juanjo, Fernando, hermano de Luisa, con dos amigos que curiosamente también se llamaban Julio y Jesús. Mi hermano Jose Luis con Eduardo ( era uno de los que me perseguía desde crios) Luis, sobrino del sacerdote de La Inclusa. Ignacio y Julio I, mi gran amigo al que con gran dolor de mi corazón, unos minutos antes por el paseo de Ronda, acababa de destrozar sus ilusiones. Ellos eran diez y nosotras ocho, entre ellas mi amiga de la infancia Any que vivía en el ático de Jorge Juan y cuyo padre, también de una simple camioneta´, levantó la agencia de transportes Auto Andalucía.

La tarde fue muy divertida, a pesar de no bailar lo pasé muy bien. Lo único que me sentó mal fue que todos insistieran en que bailase, menos Julio II. No, si ya me estaba pareciendo a mí que era un antipático y engreído. También me dolió que Julio I no me hablase en toda la tarde, que se diera el lote con Luisa (ésta siempre igual) y después se fuera sin decir nada. Jesús todo el tiempo a mi lado dándome la lata para que bailase con él, pero por algo llevaba la medalla conmigo.
Julio había llevado algunos discos de su hermana, entre ellos el TANGO AZUL, interpretado por la orquesta Mantovani. Desde el primer momento me fascinó. No sé porqué motivo me llegó al alma, a pesar de que no hubo nada significativo esa tarde, entre Julio y yo, sino todo lo contrario.
Cuando Any con su prima y una amiga, se despidieron, comenzó a disolverse la fiesta. Ya sin bailar permanecimos algún tiempo más en casa de Carmen y Jesús sin tener idea se sentó a tocar el piano y dijo:”Dedicado a Militos”. El piano era de la madre de Carmen, una de las mujeres más santa y grande de las que he conocido. Farmacéutica y madre de siete hijos. Tocaba el piano maravillosamente pero ya no solía hacerlo. Al terminar acompañamos a Luisa que iba callada como un ermitaño. Sin embargo yo charlaba sin cesar. ¿Contenta? Sí, porqué negarlo y hasta un poco orgullosa del triunfo obtenido aún sin bailar. Julio estaba muy simpático igual que los otros dos. Además esa tarde se había dedicado bailar con Any, ni una vez con Luisa, y de esa amiga si me fiaba absolutamente.
¡Ah!, se me olvidaba decir que yo llevaba un vestido gris prestado por Luisa que me sentaba fenomenal. Más entallado y menos infantil que los que mi madre todavía elegía para mí.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...