AMIGOS

20 enero, 2007

LA VIDA EN UNA MALETA II






Cumplo mi promesa de seguir buscando. Y ahora debo sincerarme, confieso que anhelo y no por mera curiosidad, toparme con algun nombre que nadie parece recordar aunque mencionan, cada vez que se habla de ella, la existencia de tres hombres en su no buscada soltería. Siempre me ha exasperado escuchar en boca de sus más cercanos: "¡que la tía tuvo tres pretendientes!". Y no ver en nadie interés alguno por personalizarlos. Observando que no es la discreción lo que les lleva a callar sino la más pura ignorancia o desentendimiento. La certeza bien comprobada de que en ese reducido grupo familiar, el lugar ocupado por Angelines siempre estuvo eclipsado por el de otra persona que acaparaba atenciones y dedicación absolutas. Cada uno de esos tres hombres la quiso y fueron correspondidos sucesivamente. Pero uno a uno perecieron. Uno de ellos por una tuberculosis galopante y los otros dos por enfermedades que desconozco. De lo que sí he tenido noticia es como con alguno andaba ya en preparativos avanzados de matrimonio y en sus relaciones con el tercero la tía cumplia ya los cincuenta años.
Al continuar con mi investigación descubro una estampa semejante a la del Fundador del Opus Dei, pero con otro rostro y una oración más breve. Leo: Alberto Capellán Zuazo. Averiguo por el Google que se encuentra en proceso de beatificación. Labrador y padre de ocho hijos.Natural de Santo domingo de la Calzada. ¡Un posible santo en la familia Capellán! (segundo apellido de la tía).¿Como nadie nos puso al tanto de semejante alegrìa?. Decido aparcarlo de momento hasta que encuentre lo que estoy buscando. Pero no hay más, mi desilusión es plena cuando abro un amarillento sobre que contiene unas cartas escritas en ese papel transparente para enviar por avión y, al ir a la firma, encuentro un nombre de hombre,sí, pero es Cipriano Bravo, O.P., religioso dominico. También la felicita con temás Navideños y hace referencia a su soledad: "Que en estos días, sienta en su soledad la compañía del que llena todo corazón". Otra tarjeta y otra referencia;ªQue El la acompañe en su soledad, sola pero no de Dios". Por lo que puedo intuir fue su director espiritual hasta que le destinaron a Manila. Esto debió ser otro gran dolor para Angelines, un nuevo desgarro ya que segun la trayectoria de su vida, adivino la fortaleza que de sus sabias e inspiradas palabras recibiría. Yo sé bien que cuando crees firmemente en El, percibes con toda claridad lo que hay detrás de una sotana y lo que escuchas aunque duela o no plazca es suficiente para levantarte y seguir.Mientras hago estas consideraciones y compruebo la no existencia ni atisbo de amores terrenales, encuentro en esas letras la explicación de su despegue de recuerdos. Sólo hay una, se ha deshecho de todo ( porque tuvo que tener cartas y fotos de los fallecidos) por el encuentro con una vocación religiosa que llega para jalonar una vida de desprendimientos involuntarios, que a todas luces son los más auténticos. Pero por lo que voy leyendo, ni siquiera eso le fue concedido. Debió suceder en aquel tiempo en que sufría agudas crisis de asma que le impedían llevar una vida normal.
LLegó al convento y no pudo entrar. dice el padre Bravo, en una carta fechada el 8 de Febrero de 1960 (curiosa coincidencia, mi arrebato por el convento fue el 11 de Febrero de 1960): "Me parece bien que hayas dado ese paso para seguir esa inspiración... . Es una prueba que hayas sido entretenida y humillada con dilaciones, suspensiones y contrariedades... . "Recobra la serenidad y espera. La respuesta vendrá a su tiempo. Que sigues atraida por el recogimiento del convento y llamas de nuevo a sus puertas, bien. Si te abren dale gracias a Jesús. Si no te abren no trates de entrar a la fuerza, que Dios está en todas partes y te puedes también santificar en el mundo, en el trabajo de la oficina, en el diario caminar por las calles de Madrid. Lo peor que puedes hacer es empeñarte en salirte con la tuya y caminar por el camino de tu gusto. sigue a Jesús, que donde quiera que vayas le tendrás que seguir con su cruz. Sin cruz y todo lo que representa la cruz, es imposible vivir". te bendice con bendición colmada...C. Bravo, O.P. (Orden de Predicadores).
Quiero que se entienda mi intención al revelar esto. No es un asalto a su intimidad sino el deseo de elevar a los altares de la familia (los de la Iglesia son más complicados) a esta persona que a mí y a mis hijos nos quiso desde el primer momento, sin tener que hacer méritos para ello y sin pedir nada a cambio.

AL DESPEDIRME DE TÍ

Tengo la certeza de que tanto sufrimiento y tantas lágrimas vertidas sin aspavientos y en lo oculto, tienen ya que haber sido enjugadas con un fínisimo pañuelo de Amor, así como recompensada y con ganancia esa sonrisa dulce y serena que siempre tuvo para todos. Y añado que leyendo estas líneas, no me importa decirlo, estoy sufriendo con ella y llorando con ella.

Siento, tía querida, no haber podido participar más en tu vida. Sobre todo en aquella época de mis primeros años de matrimonio, cuando el destino de Julio nos arraigó en San Fernando. Y cuando tu hermana Pilar, casada con Pepe Figueroa un mes más tarde que nosotros, decidió que tenías que abandonar su casa de Jorge Juan porque su marido deseaba contratar un mayordomo por lo que necesitaban tu habitación. Ni siquiera puedo imaginar tu dolor ante ese quebranto de equilibrio personal. Tener que iniciar una vida fuera del grupo familiar que formábais desde que falleció su primer esposo. Recuerdo esto porque tu misma en nuestra casa Noray, esos pocos días del verano 2002, me lo confiaste aun temblorosa. Es verdad que te ayudaron a adquirir la vivienda donde concluyó tu existencia pero ¿quién rompería el silencio de las nuevas paredes?. Acostumbrada como estabas a una sonora convivencia de hermana y sobrinos. ¿Quién acortaría la distancia entre el Paseo de Extremadura y el cálido barrio de Salamanca?. Sin duda el convento, que ese mismo año tiraba de tí, hubiese sido un cobijo caluroso. Pero hasta eso te fue negado porque Dios no quiere ser el último refugio. Sólo puedo entender tu vida y tu sonrisa al amparo de esa intimidad que, sin convento, disfrutaste con El. Y de la que estoy segura, con una seguridad de la que carezco para mí, hoy y eternamente, gozas en plenitud.
Por eso, tía Angelines, cierro esta deliciosa maleta que conservaré siempre como la más preciada herencia y que algun día también legaré a mis hijos. En ella espero ser capaz de resguardar, como tú, retazos de mi propia vida.

14 enero, 2007

LA VIDA EN UNA MALETA I




Ayer terminamos con la recogida de la casa de tía Angelines y son tantas las conversaciones que, a través de sus cosas, he seguido escuchando que no puedo guardarlas sólo para mí.
Muchos hemos dicho que estaba muy sola, pero esa pequeña casa me ha descubierto la verdad o un fragmento de esa verdad. Sus paredes personalizadas con cuadros pintados por la mano de su cuñado. con la salvedad de un descolorido jarrón de flores que fue al contenedor porque carecía de firma y a nadie decía nada. Esquinando las pinturas del año1908, para iluminarlas, fotos incrustadas entre el marco y las telas. Fotos que hablaban de su no soledad. Testimonios de bodas de sobrinos-nietos, de momentos estelares de algunos de ellos, de nacimientos de bisnietos, ensobrinados también. Presidiendo los escasos metros de su salón-dormitorio, el retrato añejo y señorial de su madre (la santa como la denominan, santa que se hizo al socaire de los arrebatos de su esposo). Fotos vivas que he ido recogiendo con amor porque sé fueron compañía viva para ella. Capas de polvo, como si de papel celofan se tratase, envolvían todo, no por su descuido sino por nuestro retraso en abordar semejante trabajo. Ropas por doquier, en armarios, maletas, percheros y lo más acerante para el corazón, aquel traje de chaqueta que vistió sus últimas horas reposando, como en espera, en el respaldo de una butaca ya medio raida. Y explicando sin duda, la postrera secuencia de sus días.
¿Cómo fue?. Nadie lo sabe con certeza. Se marchó sin dar señales de que se iba. Todo conjeturas a cerca de su final. Un martes atardecido, 18 de diciembre, regresaba de su fin de semana en casa de la única sobrina carnal que ya le quedaba, puesto que yo simplemente soy la mujer de su sobrino. La vecina, puerta con puerta, escuchó una melodía en su receptor pero hasta el jueves de mañana nadie supo de ella. La encontraron muerta, en el sofa - cama, con bata y camisón. Fría, fría de dos días. Cuando alguién querido se va de esta manera inquietud, ansia de saber y dolor de omisión perforan lentamente ese lugar hondo de sentimientos y sensaciones. ¿Como lograr la calma?. ¿Encontrar una simple señal entre lo suyo?. Con esa intención alargué mi mano hacia la maleta beige con rayas marrones, que mi hija bajó de uno de los altillos, y hoy con temblor y devoción, al abrigo de mi conciencia, voy a entrar en su interior para conversar quedamente, como otras veces, con la hermana de mi suegra. Más bien a escucharla, como ella siempre me decía: "Tú si que sabes escuchar".

La maleta es pequeña. Antigua, parece de cartón, y casualmente, en las compras de Reyes, pude comprobar como han vuelto a ser objeto de moda en tiendas de prestigio. Supongo que sublimadas en algo más que en el excesivo precio. El asa de cuero se desprende al contacto con mi acelerada mano y sus cierres oxidados chirrian como si les doliera retroceder en el tiempo. La primera capa, libros espirituales de reducido tamaño en hojas y letras: San Juan de la Cruz, Santa Teresa, la Sagrada Biblia, la Imitación de Cristo (también conocido como Kempís) y otros desconocidos para mí pero bien vapuleados por mi tía. Más rosarios, de todas clases como los que ya fueron saliendo de cajones y armarios... . Cuotas y subidas de cuota de la Mutualidad del Trabajo, recibos del 1989. Un sobre con la leyenda de beneficiarios y en cuyo interior nombra como tal a su hermana o sobrinos, si esta falleciere. Sigo inquieta leyendo cada papel que pasa por mis manos con la esperanza de descubrir un atisbo de felicidad personal. Muchas postales de las mismas amigas que se repiten en felicitaciones de Navidad. Gloria, Concha, Adelaida, Alicia.... Algunas fotos de las mismas. Todas la quieren, su simpatía, su cariño, su sencillez resaltan en aquellas dedicatorias. Otras son familiares de sobrinos, sobrinos-nietos. Y muchos retratos con esa pátina de antiguedad que tanto me atrae.

Querida tía ¡Por qué no dejaste para mi algún indicio de lo que busco?. De todas formas no pienso cejar en mi empeño. Seguiré otro día, seguiré buscando.
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