AMIGOS

13 febrero, 2009

EL VALLE DE LOS CAÍDOS

LA PIEDAD, ESCULTURA EN PIEDRA NEGRA, OBRA DE JUÁN AVALOS



Crucifijo del Altar mayor, esculpido en bronce por Benavides y regalado por él a Franco



Las fotografías y los datos técnicos están tomados de este pequeño libro escrito por el primer Abad del Monasterio de Benedictinos del Valle de los Caídos, don Justo Pérez de Urbel. Editado en 1959 por el Instituto de Estudios Madrileños



FINAL DE MARZO DE 1959
(notas de un diario personal)
Nunca olvidaré la invitación de José Ramón para llevarme al Valle de los Caídos, precisamente unos días antes de la inauguración del mismo. Y con un valor añadido pues estaba muy reciente su ultimatún final y mis calabazas. Tengo que reconocer su nobleza al pasar por encima de ello y darme esa alegría; él sabía mi ilusión por contemplar el Valle. Para mí no es un simple monumento, sino todo un simbolismo de paz y reconciliación.

El lugar donde se encuentra, en plena Sierra de Guadarrama, fue elegido expresa y personalmente por Franco. En la primavera de 1940, él y el héroe del Alcazar de Toledo, general Moscardó, patearon aquellos cerros sin descanso hasta dar con el sitio exacto. Cuelgamuros se llamaba y lo descubrieron desde una cima del Guadarrama que lleva el nombre de ALTAR MAYOR, todo un presagio. La Basílica se edificaría frente a ese altar, en una cima más alta conocida por La Nava.

Fotografía de Franco buscando con los prismáticos el lugar adecuado.


¿Cual es el fin de esta inmensa obra en la que nuestro Caudillo ha volcado tanta dedicación íntima y personal? Leo del folleto de Pérez de Urbel:

"(...) desde allí se levantarán al Cielo, día y noche, oraciones por la prosperidad de España y por los muertos de uno y otro lado de la Guerra Civil (...)"
En la mente y en los planes del artífice de la idea del Monumento figuraban cuatro construcciones :

_La Cruz, monumento a los héroes y mártires

_La Basílica, para encomendar a Dios las almas de los que murieron en la guerra de ambos lados y para implorar las bendiciones del cielo sobre España.

_La Casa de Estudios para seguir el movimiento de la doctrina social en todo el mundo y difundir en España las verdaderas.

_El monasterio, residencia de los monjes benedictinos encargados del culto sagrado y de todo lo concerniente al valle de los Caídos.

También escribe Fray Justo unas palabras muy bonitas hablando del vaticinio de un poeta, Carlos Fernández Saw que a principios del año 1936, aparecía en una antología de poemas editada en Madrid sobre las bellezas de la sierra y el esplendor de los puertos del Guadarrama. Su poema se titulaba: "Poema de las Montañas" y en un subtítulo dice: "Siete Picos: la Cruz soñada":

Yo igualaría, nivelaría
-ya los nivela mi fantasía-
los agríos picos, las recias cumbres de roca brava,
de roca estéril, como la estéril siniestra lava,
y allá, por arte maravillosa, levantaría
sobre las piedras despedazadas del peñascal,
bajo los cielos que son la inagen de lo infinito,
una grandiosa Cruz de granito,
triunfal imagen de la Justicia, de la Clemencia, del Ideal.

¡Perenne faro
que lleva al puerto las tristes naves, si busca amparo
la gran familia de Dios, humana!
La Cruz que es signo de bien, amores,
de sufrimientos, de tolerancia, de caridad.


SECUENCIA DE AQUELLA VISITA

José Ramón me recogió en O'Donnell a las diez de la mañana, ya que la Misa se celebraría a las doce. Lo que no me dijo era que se trataba de una especie de ensayo general de la inauguración del Monumento que tendría lugar el 1 de Abril, ni tampoco que ocuparíamos un lugar preferente en la ceremonía. El resto de privilegiados invitados rebosaban elegancia por los cuatro costados, mientras que yo me había vestido con unos trapillos propios de una excursión: una falda blanca de tablas que me hice, aprovechando el uniforme de verano del colegio, y un jersey turquesa que tejimos entre mi madre y yo. Sin embargo, reconozco que me sentaban bastante bien aunque seguro que escandalizaron al resto de los amigos que esperaban en el coche. Entre ellos una niña nueva, simpática y exuberante, prima de Pablo que acababa de llegar exiliada de la Cuba ocupada por Fidel Castro y que lucía un elegante traje de chaqueta.

Rudimentario plano tomado del citado folleto. En la actualidad con el GPS, no hay problemas


La Misa solemne fue de las que se quedan grabadas en la memoria, plena de emociones. Soy incapaz de describir lo que sentí en el momento de la Consagración, todo el templo quedaba a obscuras mientras una luz tenue iluminaba el Crucifijo del Altar, cuya cruz había sido elaborada con un enebro, cortado por las manos del propio Franco, de los bosques de Valsaín (Segovia). El Rey de los Cielos bajaba al Altar a los acordes del Himno Nacional, (costumbre conservada en España hasta hace unos años para la celebración de Misas solemnes). Por los altavoces, resonaban en toda la explanada las notas vibrantes de nuestro himno.


A continuación almorzamos en la zona de hospedaje. Todos se encontraban muy animados, yo todavía impactada por la Misa no tenía ganas de hablar. Además me encontraba un poco "picada" con la cubana que hacía notar su predilección por José Ramón, pregilección que años después acabó en boda. Esto era algo que no debería importarme, pero las mujeres somos así.

Al comenzar la sobremesa, Ana María, me preguntó:

_Milagros ¿Verdad que José Ramón tiene unos ojos muy bonitos?

Enojada por la pregunta y porque me había llamado Milagros, cuando todos me conocían por Militos, respondí de manera un tanto brusca:

_No lo sé, no me he fijado nunca.

Los comensales de la larga mesa de la hospedería, rieron en pleno y me obligaron a descubrir los citados ojos que , por supuesto, conocía de sobra.

Claustro de la Hospedería.


Por la tarde iniciamos la visita completa a la Basílica y al Monasterio, acompañados de un fraile muy joven amigo de José Ramón. Aún faltaban muchas de las esculturas que más tarde se instalarían en la entrada del templo y en las distintas capillas como las de las patronas de los Ejércitos: La Inmaculada, la Virgen del Carmen, la del Pilar y la De Loreto, así como la Virgen de Africa, patrona de Ceuta, a la que Franco guardaba especial devoción por considerar que había recibido una protección especial suya a la hora de iniciarse el Movimiento y la de la Merced, patrona de los cautivos. Sí estaban las de los Arcángeles, Gabriel. Rafael, Miguel, obra de Avalos y una cuarta escultura que representa a Azrael o ángel de la Muerte, encargado de presentar a Dios las almas de los muertos.

Nos enseñaron el lugar provisional donde se guardaban los restos de los caídos que iban llegando, una cripta pequeña con pequeñas cajas individuales que contenían los huesos de cada uno. En la actualidad creo que son treinta y cinco mil los enterrados en el Valle.


Nos detuvimos con verdadero fervor ante la tumba de José Antonio Primo de Rivera, situada delante del Altar Mayor y detrás del mismo contemplamos la que más tarde albergaría el cuerpo de quien estaba rigiendo el destino de España. ( Sepultura que visitaría años después para depositar en ella flores, lágrimas y oración, cuando todo en mí y en España comenzaba a ser irreconocible).

Más tarde pudimos saludar al prior Don Justo Pérez de Urbel que me causó la impresión de estar ante un hombre santo y sabio. José Ramón y yo conversamos largo tiempo con el joven fraile, amigo suyo que nos contó como era la vida en el monasterio e intentó indagar en mis ideas y pensamientos. LLegando a la conclusión, segun dijo, por mi profundidad que debía haber sufrido mucho, algo de lo que tuve que desengañarle ya que, en mi inconsciencia juvenil, no tenía ni idea en qué consistía el sufrimiento, sino todo lo contrario.

Panorámica de la Cruz.



La Cruz y entrada a la Basílica, con la imagen de la Piedad esculpida por Juán de Avalos en piedra negra.
Únicamente subimos hasta los cuatro Evangelistas que están al pie de la Cruz, ya que no se había construido aún el ascensor interno que sube hasta lo alto.

San Juán Evangelista, al pie de la Cruz, con el águila.



Puerta de acceso a la nave central es de bronce macizo, con un bajo relieve que representa a los doce apóstoles, cada uno con una frase del Credo. En la parte superior aparecen los quince Misterios del Rosario y termina coronada por el Apóstol Santiago.


La reja fue una idea personal del arquitecto Diego Mendez, creador de todo el monumento y realizada por el cerrajero José Espinós.


Nave Central del Templo. A la izquierda del Altar Mayor se encuentra la capilla del Santísimo, cuyo Sagrario es obra de Juán Espinós, realizada en plata y esmaltes. El Altar es una mesa de una sola pieza de granito y coincide con el eje de la Cruz que corona el risco de La Nava.



Detalle de la cúpula en mosaico realizado por Victoriano Pardo



Ya en el exterior la plaza del Monasterio.


Para mí fue uno de esos días que permanecen imborrables en el ámbito sagrado de los recuerdos, puedo reconstruir hasta las conversaciones que mantuvimos. Y a pesar de los años y la vida transcurrida, se encuentra enmarcado en la grandeza de lo absolutamente bello que nadie te puede arrebatar. Por eso resulta incomprensible la insidia que está provocando esta impresionante y monumental obra. Insidia que les lleva a tergiversar hasta las intenciones que motivaron la contrucción del Valle de los Caídos y no cesaran en su empeño de destinar semejante obra de arte a sus propios fines, ajenos al de la piedad, culto a Dios y a los que entregaron sus vidas por España, en ambas posiciones, en la pasada contienda.

A los pocos días de nuestra visita, como ya he mencionado al comenzar este post, el Generalísimo Franco y su esposa Dª Carmen Polo, entrarían bajo palio, privilegio otorgado por su Santidad Pio XII, para la primera Misa oficial en la Basílica del Valle de los Caídos. Fue portada de ABC que aún conservo, en la que aparece mi amigo José Ramón, portando dicho palio, en segunda fila a la izquierda de Franco. Vestido con el hábito de fraile que le prestaron para poder asistir a la ceremonia, ya que no pudo conseguir invitación para la misma. La foto está dedicada con las siguientes palabras de mi amigo:
"Con cariño, como un recuerdo para siempre"
Fue su último recuerdo, pues casados los dos no volvimos a vernos.

Este grandios Monumento que nada tiene que envidiar a otros considerados maravillas del mundo, es inaudito que no sea objeto de orgullo y satisfacción para los españoles, privando a las actuales y venideras generaciones de admirar y comprender el auténtico simbolismo de paz y reconciliación incrustado entre aquellas rocas.
El pequeño libro de Fray Justo Pérez de Urbel, termina con una frase del Génesis:
"Puso Jacob piedras como memorial y dijo: Santo es este lugar y yo no me había dado cuenta de ello."
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