AMIGOS

20 mayo, 2006

NORAY


¡Noray!. Siempre me ha fascinado este elemento portuario, firme y rudimentario que sirve de amarre a los barcos y que la tecnología avanzada de nuestros día no ha sido capaz aún de jubilar.
¡España de mis amores!, quién pudiera encontrar el más firme noray donde amarrar la indivisible unidad de nuestra Patria.

Cuando niña, mi padre me llevaba de su mano, cada 1 de Abril,
a presenciar aquellos desfiles inolvidables, de primaveras que volvían a reir en rojo y gualda; como los colores de la Bandera que todos, todos veneraban y vitoreaban.
No queremos estar anclados en el pasado pero cuando vemos lo que tratan de hacerte,Patria nuestra, sentimos la añoranza de aquella seguridad de un territorio común a todos los españoles,. regido por leyes justas que respeten la Ley Natural, inscrita por Dios en lo más hondo del alma humana.

La lengua española,la misma que navegó en las naves de Colón para ser aprendida, más que ninguna otra, por las bocas de un Nuevo Mundo, debe a su gran forjador, Nebrija, estas palabras:

"Los miembros y pedazos de España que estaban por muchas partes derramados se redujeron y ajuntaron en un cuerpo y unidad de reino. La forma y trabazón del cual así está ordenada que muchos siglos, injuria y tiempos no la podrán romper ni desatar".
Escribió esto Nebrija poco después de la reconquista de Granada. Precisamente cuando finalizó el peligro musulman no sólo para España sino también para el resto de Europa.

¡Qué extraño tu destino, España!, parece que algunos quieren hacernos retroceder siglos y olvidar lo que tanta lucha y sangre costó a nuestros antepasados. ¿En qué manos te hemos abandonado que no tiemblan, al injuriar una Constitución y desmembrar esa unidad que hizo de tí un Imperio donde no se ponía el sol?.
Pero hay esperanza, ya empezamos a oir muchos ¡Viva España!, aunque sólo sea en Internet

el sentimiento de Dios


"Lo malo de la vejez es, que se es jóven"
El retrato de Dorian Gray
Al cabo de los años he reflexionado con calma a cerca del sentimiento de Dios. Las conclusiones a las que voy llegando, inacabables por supuesto, son: por un lado, la gratuidad y por otro, la donación personal e intransferible;algo que no todos pueden experimentar.
Estas consideraciones vienen a dar al traste con mis suposiciones anteriores, cuando achacaba la ausencia de esa certera percepción divina, a una culpabilidad personal. Cuando hablo de la ausencia de sentimiento, no me estoy refiriendo a periodos de crisis, más o menos largos, de sequedad espiritual. Pasar tales crisis, supone ya un sentimiento de Dios, en el que estas llorando su ausencia.
Debo reconocer que la mayoría de los enfrentamientos con algunos de mis hijos han sido culpa mía, por deducir, erróneamente, que el hecho de no compartir mis ideas lo originaba un mal comportamiento o su propia indiferencia.
Un principio de madurez me lleva hoy a confesar mi equivocación.
Dios da lo que quiere, a quien quiere y en la medida y manera que quiere. Sin que esto suponga ningún grado de preferencia, ni diferencia de clases,ni de amor. Simplemente, en su infinitud, reparte sus dones según sus deseos. Por eso, a la hora de rendir cuentas, a la hora de la Justicia, será la gran sorpresa porque también recogerá resultados según sus deseos.
Es este un don que no depende, ni siquiera, de nuestra correspondencia. Puede que ella influya en el aumento o disminución de ese conocimiento de Dios. Pero inicialmente lo posees o no por pura decisión divina. Es una gracia y al mismo tiempo una carga porque te impide hasta pensar en hacer algo gustoso que contrarie ese hondo sentimiento que, sin tú solicitarlo, llevas dentro de tí. Por otro lado, el hecho de poseer esa intuitiva percepción de Dios, ni siquiera es garantía de salvación.
Cuando hablo de sentimiento, no me refiero a un sentir sensiblemente, sino al conocimiento de una realidad palpable, incoada en el fondo del alma y del vivir que tu llamas Dios y que es Dios.
Admito que puedo estar equivocada, nadie me ha confirmado que lo que ahora pienso a cerca de esto sea la verdad, Simplemente lo he deducido por mi propia experiencia y por detectarlo, a lo largo de la vida, en otras personas.
Y, para terminar esta disertación filosofo - teológica, quiero añadir que, sobre todo, es una Gracia. No hay nada comparable a esa certeza de que,pase lo que pase, estés donde estés, te digan lo que te digan, te hagan lo que te hagan e incluso, hagas tú lo que hagas esa Presencia, aunque te rodee la soledad, nunca te deja sola.
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